El que fuera durante muchos años jefe de cocina de elBulli, se desmarcó de la creatividad tecnificada para concentrar sus esfuerzos en dignificar la cocina asiática y darle un rango, que hasta entonces no tenía. Su buen hacer le ha llevado a convertirse en una referencia obligada y a abrir Dos palillos en Berlin.

 

Dos palillos no es un panasiático más de los que proliferan en las grandes ciudades. No nos equivoquemos. Conocedor profundísimo de las cocinas de Oriente (sobre todo la japonesa y la china), de sus técnicas y sus productos, Raurich firma una fusión muy particular: de un lado respeta la tradición, de otro abre puertas a la creatividad. ¿Qué local oriental utilizaba pollo ecológico antes de aparecer Raurich en escena? La barra alrededor de la que gira su oferta es un espectáculo de cocina en directo: dim sum, rollitos, gyozas, woks, tempuras… Puro rock and roll. Cada servicio es una jam-sesion con Raurich y su inseparable Takeshi Somekawa, comandando el grupo. Cocina heterodoxa con una formidable base técnica, que hace de la tapa –en el acepción más amplia de la palabra- el vínculo de unión entre culturas gastronómicas lejanas y diversas. Apuesta por el  humor, el doble sentido y la revisión conceptual: es la herencia de elBulli a la que ni puede, ni sabe, ni debe renunciar. Sabores unas veces potentes, otras matizados por la fragancia de las hierbas y las especias. Un universo personal que desconcierta y engancha. No hace falta entender, solo dejarse llevar por el virtuosismo de una cocina que no deja indiferente.

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