Menuda, ágil, de mirada chispeante y nervio controlado. Una cocinera a la que por encima de todo le gusta cocinar, sin más. Ama los sabores de su tierra y es capaz de trasladarlos al plato con elegancia y personalidad.

Fina es una cocinera apegada a su tierra y a los sabores de la memoria.Eso no quiere decir que sus paltos sean antiguos, más bien todo lo contrario. Ella no duda en recurrir a técnicas contemporáneas para sacar a la luz lo mejor de cada producto, pero se decanta siempre por ingredientes cercanos. Ama trabajar con los productos de la Garrotxa: la patata de la Vall d’en Bas; las alubias de Santa Pau; el tortell d’Olot; la ratafía, la trucha de río salvaje, los caracoles, el jabalí, la trufa, la castaña, el nabo, las setas de los bosques o los huevos de las gallinas que corretean felices por el jardín de la masía.

Les cols, su restaurante, está ubicado en su casa familiar:  una masía del siglo XV, que ha sido restaurada con audacia y reconvertida en espacio abierto al público. Por el magnífico trabajo realizado, el equipo de arquitectos obtuvo el prestigioso premio FAD. Tras los muros de piedra se abre un espacio futurista con toques de irrealidad que evoca los antiguos comedores medievales pero proyectados en la modernidad. Paneles dorados se mezclan armoniosamente con elementos vanguardistas y piezas de anticuario. Un lugar muy especial. A fina le ayudan su marido Manel Puigvert que se encarga de la sala y la bodega y Pere Planagumá, su lugarteniente junto al fuego.

De su imaginación y de los fogones salen platos de gran belleza cromática, desbordantes de sabor. Una cocina austera, desnuda, pero poética. Cocina intuitiva y sensible, alejada de de la búsqueda intelectual, cuyo fin último es provocar felicidad en el comensal. Fina y su equipo no quieren filosofar con los platos, les basta con cocinar. 

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