Bodegas Roda celebra su primer cuarto de siglo con una cata histórica que pone en evidencia su impecable trayectoria, en busca de vinos grandes y sensuales.  


Hay algunas ideas recurrentes en torno a los vinos de Rioja que más nos valdría enterrar para siempre. Una de ellas es la que pretende cerrar la frontera estilística entre los riojas de toda la vida, aquellos vinos elaborados por las bodegas centenarias (y las que las emulan) y los riojas modernos, producidos por los viticultores de nueva generación, que se asentaron en esa región a partir de la década de 1980.

Esta reflexión viene a cuento porque ayer mismo se celebró el 25º aniversario de Roda, una de las bodegas que supuestamente sirven de modelo para el arquetipo moderno. Entre otras cosas, la onomástica sirvió de excusa para descorchar botellas de todas las añadas elaboradas por la bodega desde 1992, con unas conclusiones que desbaratan la dicotomía entre moderno y clásico.

Fiel a su estilo cálido y caballeroso –con ese punto didáctico que revela una vocación de profesor–, Agustín Santolaya, que dirige esta bodega prácticamente desde sus inicios, tiró la casa por la ventana, programando varias catas a lo largo de toda la jornada. La primera tuvo lugar en el restaurante La Vieja Bodega de Casalarreina y allí se probaron unas cuantas añadas de aquellas que las bodegas no suelen mostrar: las que se consideran menos agraciadas. En el caso de Roda, no lo son tanto: sorprende, sobre todo, el Roda I 1992, el tinto de la primera añada que salió al mercado, que aún se muestra elegante a pesar de su veteranía.

Más tarde, en un recorrido por las instalaciones de la bodega –increíble el calado del siglo XIX, con una galería de más de 100 metros, donde se crían los vinos de la casa–, Santolaya descubrió parte de las añadas que aún se encuentran "en la cocina" de Roda.

Y por fin, en una cena memorable –bien ilustrada por la cocina de uno de los mejores restaurantes riojanos, Venta Moncalvillo– se exhibieron las joyas de la bodega fundada por los empresarios Mario Rotllant y Carmen Daurella a finales de la década de 1980, en el tradicional Barrio de la Estación de Haro.

La finísima elegancia que lucen hoy tintos tan añejos como el Roda 2004 –de una sorprendente frescura–, el complejísimo Roda I 2001 –el preferido de quien esto firma– y los magníficos Roda I 1994 y Roda I 1995 (amén de los deliciosos Cirsion 2010 y 2012) pusieron en evidencia que Roda no es un adalid de la modernidad, sino una bodega inquieta –que invierte en I+D más que ninguna otra, entre otras cosas– que interpreta el clasicismo riojano desde una perspectiva contemporánea. Para dar a luz vinos auténticamente riojanos que superan los vacuos encasillamientos. Son grandísimos vinos. Y punto.

 Bodegas Roda. Avda. Vizcaya, 5. Barrio de la Estación. Haro (La Rioja). Tel.: +34 941 303 001 www.roda.es

Federico Oldenburg

Federico Oldenburg

Periodista especializado en vinos y destilados, colaborador de numerosos medios internacionales y jurado de los más prestigiosos certámenes vinícolas.

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