Monopole GR 2014, versión sublime del blanco riojano más mestizo para celebrar el día del padre

Más que un vino, Monopole es un trozo de historia riojana

Para empezar, se trata, en términos comerciales (o marketinianos), del primer vino blanco de España, ya que tiene el honor de haber sido la primera marca registrada para la elaboración de vinos de esta tipología, que ya es bastante.

Amén de ello, Monopole fue un vino blanco seco con bastante tirón que en su elaboración escondía un secreto: a partir de la década de 1950, el director técnico de CVNE, Ezequiel García –alias El Brujo– tuvo el buen tino de añadir a la base mayoritaria de viura un cierto porcentaje –en torno al 10%– de manzanilla de Sanlúcar de Barrameda, lo que le aportaba un matiz salino y mayor complejidad al conjunto.

Este genial rapto de tendencia bizarra se abandonó antes de llegar el siglo XX pero, al descorchar hacia 2010 unas viejas botellas de Monopole de los 70, a los actuales responsables de CVNE no les quedó más remedio que concluir que había que resucitar el invento. Tal es así que a partir de la añada 2014, con la colaboración del mismo Brujo –que fallecería poco tiempo después–, refrescando las viejas soleras en la bodega de Haro, se reeditó el original Monopole, ahora bajo el título de Clásico, manteniendo el sencillo 100% viura con el nombre de Monopole, a secas.

Y ahora, para enredar más la cuestión, la bodega riojana ha rizado el rizo presentando la versión más suprema de su vino más sui generis –o bizarro, según se quiera– mientras les deje el Consejo Regulador de la D.O.Ca. hacer sus mezclas con vino de aquí y acullá: lo último es la misma mezcla pero en términos de vino viejo, añejado en tres barricas bordelesas (300 litros) y una bota jerezana (500 litros) durante seis años, lo que ha dado profundidad y aún más complejidad al conjunto.

Aunque las pocas botellas que han salido a la luz –apenas 778 de 750 cl, 100 magnum y 27 doble magnum (3 litros)– seguramente irán creciendo en dimensión y riqueza a lo largo de los años.

Puede que estemos hablando de uno de los grandes blancos de España. De modo que nada mejor como regalo para un padre enómano que sepa guardar el vino (y tenga donde hacerlo).

Y pueda descorchar la botella dentro de unos años para beberlo, por supuesto, junto a los generosos hijos que le han homenajeado con este estupendo regalo…

 

Federico Oldenburg

Periodista especializado en vinos y destilados, colaborador de numerosos medios internacionales y jurado de los más prestigiosos certámenes vinícolas.

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