Lo asegura Ricardo Vélez, propietario de Moulin Chocolat: “La masa de los buñuelos es como la de los “petit choux” pero con mayor porcentaje de huevo”.
Se precisa harina de fuerza que se amasa con mantequilla, a la que se van añadiendo, poco a poco, huevos frescos enteros. Después se forman los buñuelos y luego se procede a freírlos en aceite suave y cuando las bolas se han inflado (pueden aumentar el doble de su volumen) se rellenan con crema pastelera, uno a uno. Un trabajo meticuloso, que requiere controlar la masa y la temperatura del aceite. También pueden rellenarse de chocolate, calabaza, cabello de ángel, crema de café, etc.
El origen de los buñuelos no está muy claro, pero se trata de un dulce semita. Aparecen tanto en la tradición culinaria de los árabes como de los judíos sefarditas. Éstos comen unas bolas de masa de harina frita en la fiesta del Janucá, que reciben el nombre de bimuelos. Parece bastante probable que la tradición de comer buñuelos de viento en la festividad de Todos los Santos tenga ahí su antecedente por la cercanía de ambas fiestas en el calendario.
Estos dulces, muy populares en Madrid y también en Mallorca, donde se comen por la festividad de las Vírgenes, se encuentran en varios países de Latinoamérica como México o Colombia y en Filipinas.
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