No es el pastelero de elBulli, ni sólo es el hermano de Ferran Adriá. Albert es mucho más. Es uno de los mejores cocineros del mundo, que ha trabajado en la sombra. Ahora empieza a sacar la cabeza. Ha llegado para quedarse y no para de poner proyectos en marcha. Es un huracán.

Desde  1985  trabajó junto a su hermano Ferràn formando parte del equipo de elBulli, donde empezó como pastelero por su natural alergia al marisco, para llegar a dirigir el equipo de I+D.  Eso le permitió formarse con los grandes pasteleros de España, Turull en Terrassa, Escribà en Barcelona o Totel de Francisco Torreblanca en Elda.

El paso de Albert (1985) por elBulli siempre fue irregular, con idas y venidas, marchas y reincorporaciones. En 1997, se marchó a mitad de temporada, tras diez años de compromiso con la alta cocina. 

Un año después, en 1998, volvió para sacara adelante el proyecto de elBulli Taller junto con otro grande de este equipo, Oriol Castro y convertirse en el director creativo de elBulli. Inquieto, despierto, trabajador, inteligente y muy meticuloso sacaba adelante todos los proyectos que pasaban por la cabeza de su hermano y por la suya propia. Siempre dispuesto para el más difícil todavía, sus invstigaciones con productos fueron exahustivas y dejaron un acervo gastronómico de valor incalculable recogido en la colección de libros de elBulli.

Diez años después, en 2008, sobrepasado por la presión que suponía trabajar en el mejor restaurante del mundo hizo una nueva pausa y se dedicó a otras cosas, no lejanas a la gastronomía. Cansado de la alta cocina montó junto con sus amigos de toda la vida un bar de tapas, Inopia, que marcó tendencia, e inaguró la corriente de los llamados "gastrobares", bares de siempre dirigidos por cocineros de prestigio. Y publicó  Natura su libro de postres, claramente inspirado en la cultura japonesa.

En 2011, coincidiendo con el cierre de elBulli, monta con  Ferran y los hermanos Iglesias (Rías de Galicia y Spai Cru) como socios Tickets, un nuevo concepto de restaurante de tapas, que vuelve a revolucionar el panorama internacional. Un espacio delirante de estética circense en la que la tapa adquiere una nueva dimensión. El éxito es total y las reservas se hacen solo por internet con meses de antelación. 

Preso de una fiebre creativa sin precedentes inaugura 41Grados, que comienza siendo una coctelería para acabar conviertiéndose en lo que a cocina se refiere en un remedo de elBulli: un largo menú de bocados de vanguardia, que se sirven acompañados de cócteles. En el local, exclusivo y de dimensiones reducidas, la experiencia culinaria se complementa con otras sensaciones: músicas, imágenes, etc.

Hace unos meses inauguró Pakta, un restaurante de inspiración nikkei donde propone una fusión culinaria que va más alla de lo japo-peruano. En septiembre de 2013 abrirá Bodega 1900, una pueña vermutería que emula los bares antiguos, con una oferta de latas, salazones y algo de cocina. Y para el otoño-invierno llegará Yuarkan, de cocina mexicana.

Incomprensiblemente, Albert Adrià, tal vez el mejor coinero desconocido (hasta ahora) del mundo, no figura entre los galardonados con el Premio Nacional de Gastronomía

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