La España vinícola esconde aún lugares capaces de sorprender, incluso al enómano más curioso y mejor documentado. Uno de ellos la Sierra Norte de Guadalajara, donde se estableció en 1998 un audaz proyecto vitivinícola liderado por el empresario de origen palentino José Manuel Fuentes: Finca Río Negro.
Esta propiedad se extiende a través de unas 600 hectáreas, en un bellísimo entorno natural: a los pies del sistema Central y junto a la cuenca del río Henares. Allí, el Parque Natural Sierra Norte de Guadalajara ha propiciado una excelente conservación de la naturaleza, por lo que los bosques de pinos y robles, así como sotobosque, dejan huella en los vinos, con aromas de lavanda y romero.
En este entorno también es posible contemplar una múltiple variedad de fauna salvaje, entre la que se cuentan corzos, jabalíes y ciervos. Y también lobos: en los años 2018 y 2019, en la finca se dejó ver una familia de esta especie.
Justamente, a este último animal refiere el vino que hoy nos ocupa, Cerro del Lobo 2020. Un monovarietal de syrah procedente de la parcela del mismo nombre, localizada en el área más septentrional del viñedo de Finca Río Negro, asentada en una ladera de pronunciada pendiente.
Seguramente, a la presencia de lobos en el lugar debe su nombre esta parcela –y este vino, por añadidura–, que hace 20 años se plantó con esta variedad muy reputada en el valle del Ródano francés, pero que en España no encontrado generalmente su mejor adaptación.
La Finca Río Negro, en la sierra de Guadalajara
Sin embargo, en este caso, la syrah da lugar a un interesante tinto, que fundamenta su poder de seducción en la riqueza aromática y la frescura. Esto sin duda viene dado por los rasgos del terroir de la finca, y sobre todo por la altura: los mejores syrah vernáculos que hemos probado, proceden de viñedos de altitud.
En el caso de Cerro del Lobo 2020, las cepas de syrah se cultivan por encima de los 1000 metros sobre el nivel del mar. Gracias a ello, el vino expresa ricos aromas de violetas, moras, grosellas y aceitunas negras, sobre el fondo especiado que aporta una ajustada crianza de 12 meses en barricas de roble francés, de 225 y 500 litros. El paladar intenso, sabroso y pleno de frescura completa el perfil de este interesante syrah de una tierra poco conocida por sus vinos: Guadalajara. Que tiene la virtud de contar con la altitud que hoy demanda el desafío del cambio climático.
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