Hay lugares con magia, como la playa de Balarés. Rincones recónditos de los que tal vez sería mejor no hablar para que mantengan su encanto intacto. Para que la masificación y el mal gusto no se los lleve por delante. Pero al final la profesión puede y aquí estoy compartiendo uno de mis lugares favoritos en el mundo. Balarés no es solo una playa de la Costa da Morte, es también un hotel gourmet, donde la cocinera Silvia Facal te prepara el desayuno cada mañana y Rafa Varela -su marido- te descubre vinos gallegos, mientras te cuenta historias de contrabandistas que escuchó a su abuelo, propietario de la casa hoy convertida en hotel.
En 2023, Silvia y Rafa -que se hicieron novios en Ponteceso con 15 años y estudiaron juntos hostelería- dejaron su restaurante de La Coruña, A Mundiña, para volver aquí. “Sentimos que este era nuestro lugar, que nuestra vida estaba aquí, entre estos pinos, frente al mar, sobre la tierra que han pisado mis padres y mis abuelos”, explica Rafa. Más allá de un entorno natural excepcional (zona de especial protección), lo que engancha de Balarés son Silvia y Rafa, perfectos anfitriones, que saben siempre guardar la distancia y tratar a cada huésped como espera. Cordiales, educados, elegantes, siempre risueños.
Rafa Varela y Silvia Facal
Junto a la casa de piedra, desde la que se ve el mar enfurecido o en calma, y tras el hórreo de estilo Finisterre edificaron cuatro construcciones de estética nórdica, donde la madera y el metal se combinan con elegancia. Un conjunto armónico que alberga cuatro apartamentos para dos o cuatro personas. El resto de las habitaciones están en la casona. También allí se conserva la lareira centenaria, ese hogar entorno al que discurre la vida en Galicia.
1.- Vista parcial del hotel. 2.- Una de las habitaciones. 3.- Salón de un apartamento.
Manteles de lino gallego, platos de artesanos del barro como Alberto Lista, del cercano pueblo de Buño, bandejas de madera, copas de vidrio tallado, lámparas tejidas, flores por todas partes y la calidez de una casa vivida, en la que cada visitante acaba sintiéndose parte de la familia ¿No es ese el sentido de la hospitalidad? Todo fluye con naturalidad, las peticiones, las explicaciones, los ofrecimientos. Pocos como Varela para explicar su comarca y suscitar la curiosidad de quien le escucha. Lo mismo da que hable del muelle de la playa de Balarés, la mina de wolframio, los nazis contrabandistas y las ballenas varadas; de las historias del Cabo Roncudo, donde las cruces que recuerdan a los desaparecidos en la mar se elevan sobre las rocas donde crecen los mejores percebes de España; o que te explique la diferencia entre las navajas y los longueirones.
Playa de Balarés y su entorno
Pero queriéndolo o no, el paisaje se cuela por las rendijas y entra en las cálidas habitaciones, pero también en la cocina. Los platos de Silvia huelen y saben a Galicia. A esa Galicia agreste y brava donde los musgos se mezclan con las algas, la niebla con el rocío y cuyos bosques nos transportan a Los Pazos de Ulloa, Los gozos y las sombras, En las orillas del Sil o La lengua de las mariposas, ese imaginario gallego presente en la literatura, el cine y la vida. Piezas desnudas como el chipirón salteado o arropadas como la raya en caldeirada, esa salsa esencial tan mágica como el entorno.
Cada mañana Silvia se afana en preparar una especialidad distinta, dulce o salada: filloas, tortilla de patata, tarta de chocolate, bizcocho, magdalenas, etc. Tentaciones que se suman a la selección de fruta fresca cortada, quesos, bollería con mantequilla y mermeladas, pan de la panadería Forniños de Ponteceso, zumo natural… Todos los detalles se cuidan y la oferta se adapta a las necesidades de los no más de 16 huéspedes que se alojan en el hotel, todos adultos y sin mascotas.
A la hora de la comida y de la cena, el aspecto del comedor y la terraza cambian. Grupos de amigos o familias se unen a los huéspedes para disfrutar de la cocina de Silvia Facal. «Utilizamos productos de cercanía, pescados y mariscos sobre todo, pero también verduras, quesos, vinos. Priorizamos lo nuestro, pero no somos intransigentes, no renunciamos a las cosas buenas de otros sitios, los quesos o la fruta, por ejemplo. Pero trabajar con productores o elaboradores del entorno favorece la economía de la comarca, la economía circular y eso es muy importante para nosotros».
Sus recetas beben el recetario gallego pero tampoco se atan a él. La libertad es siempre un plus: el que le permite probar productos nuevos como los garbanzos verdes de La despensa de lujo o cocinar unas sardinas en la parrilla, algo totalmente fuera del guión de un restaurante como el suyo. Ofrece un menú (70 €) para huéspedes y visitantes, siempre elaborado con ingredientes de temporada, que se compone de aperitivo, dos entrantes, pescado, carne y dos postres. Además, una carta con consumición mínima de 60 euros por comensal. «Hemos tenido que ser estrictos para preservar la intimidad de nuestros huéspedes. El lugar es tan bonito que la gente venía y se sentaba en las mesas y pedían unos vinos y una ración de pulpo. Tuvimos que explicar que esto no era un merendero. A veces estas cosas son complicadas», explica Rafa Varela que se ocupa de la sala y la atención al cliente.
Pero no todo es gastronomía en Balarés. También es un hotel de naturaleza y cultura. Para favorecer el acercamiento de los huéspedes a la historia de la comarca y a sus espacios naturales y culturales, han creado una serie de actividades que van desde la visita a los talleres de artesanos tradicionales hasta un recorrido por los puertos y lonjas de la costa, o la posibilidad de contemplar la puesta de sol en un lugar especial disfrutando de un picnic a medida. «Aunque tenemos algunas sugerencias ya organizadas, también las vamos creando sobre la marcha a medida de cada huésped. Nos explican lo que les gusta, cuales son sus intereses y partiendo de eso planteamos algo que les pueda satisfacer. En realidad, somos especialistas en hacerlo todo a medida, basta entrar en la web y pedirlo… Nosotros nos encargamos de todo, da igual que sea una estancia de dos días, celebrar una boda o crear un bono de regalo especial», explica Rafa Varela.
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