Conversaciones Heladas 2025

¿Qué lugar ocupa la alimentación en la vida de los jóvenes? fue una de las preguntas planteadas durante la décima edición de Conversaciones Heladas, un encuentro impulsado por los heladeros Angelines González y Fernando Sáenz, que tuvo lugar en Logroño el pasado 20 mayo. Durante estas conferencias, la joven Julia Loga, graduada en Humanidades y Global Studies y máster en Filosofía por la UNED, ofreció una ponencia reveladora. En ella, reflexionó sobre cómo se alimentan y se relacionan los jóvenes con la gastronomía en un momento marcado por el consumo acelerado, las redes sociales y la desconexión con el producto.

Una generación dividida

La generación Z parece tenerlo claro: le atrae lo saludable, lo ecológico y se preocupa cada vez más por su salud mental y física. Tiene acceso a una cantidad casi infinita de información gastronómica a través de las redes sociales, el medio principal por el que se informan. Sin embargo, conviene preguntarse si es genuino y de dónde proviene ese interés por lo que comen.

Durante su intervención en Conversaciones Heladas, Julia Loga comenzó sentenciando “somos una generación polarizada”. Por un lado, resulta sencillo localizar dos grandes grupos: uno muy concienciado, que presta atención a lo que come y se considera consumidor responsable; y otro  que muestra un notable desconocimiento y escaso interés por su alimentación. A partir de esta reflexión, surgen distintas claves que explican esta relación fragmentada con la gastronomía.

Uno de los puntos centrales fue la desconexión con el origen de los alimentos. Existe una desvinculación con el mundo rural y con la “biografía del producto” (historia y procedencia de un producto, desde su concepción). Según un estudio realizado este año en Francia por Toluna y Harris Interactive, uno de cada cinco jóvenes de entre 15 y 24 años no sabe identificar un calabacín: el 18 % lo confunde con un pepino y el 2 % con una berenjena. Datos como estos reflejan una alarmante carencia de cultura gastronómica y alimentaria, lo que la investigadora definió como “analfabetismo gastronómico”. Esta formación debería comenzar en el hogar, pero también reforzarse en los centros educativos.

El marketing sustituye al producto

Tanto en los  jóvenes más comprometidos como en los desinteresados, desempeña un papel clave el uso de las redes sociales como principal fuente de información gastronómica. Pero la pregunta es: ¿qué se está aprendiendo?

El poder de lo visual y lo “instagrameable” guía muchos de los hábitos de consumo de esta generación, dejando a un lado el sabor y la tradición. Esta tendencia provoca una pérdida del recetario familiar y de la transmisión oral de conocimientos de cocina, que ahora se aprenden a través de TikTok. Los influencers se han convertido en nuevos cocineros, a pesar de que muchas de las recetas que circulan en redes sociales responden a intereses publicitarios antes que gastronómicos. En definitiva, el marketing, ha sustituido al producto. Se consumen modas, no alimentos. Ejemplo de ello es la obsesión por ingredientes como el aguacate o el salmón, omnipresentes en todas las dietas, que desplazan a productos locales o de temporada. Tal y como apuntó Loga, “se están creando establecimientos en función de nuestras necesidades dopamínicas generacionales” sin tener en cuenta la alteración que esta tendencia está provocando en los mercados y comercios tradicionales.

A esta situación se suma la precariedad laboral y las dificultades para acceder a la vivienda que sufren las nuevas generaciones. Ante la falta de tiempo y recursos se buscan soluciones rápidas y económicas: comer de tupper mientras se trabaja o hacerlo a solas en pisos compartidos. De este modo, se pierde no solo el acto de cocinar, sino también el ritual de comer en compañía, compartir conversación y cultura gastronómica.

¿Qué soluciones son posibles?

Frente a este escenario de desconexión y consumo acelerado, es necesario repensar cómo educamos, comunicamos y transmitimos. Por parte de las instituciones, es importante fomentar una educación gastronómica más sólida, tanto en el ámbito escolar como en los hogares. Por otro lado, es fundamental aprender a consumir de manera más crítica y más responsable, evitando dejarse llevar únicamente por lo viral.

Pero también es responsabilidad de establecimientos gastronómicos, de los bares de toda la vida y de los mercados, adaptarse a las nuevas generaciones utilizando las redes sociales. Esta fue una de las conclusiones clave del encuentro: este “nuevo” medio puede convertirse en una herramienta positiva si se utilizan con criterio. Se trata de comunicar con equilibrio, sentido común, y aprovechando el medio para mostrar el origen y el verdadero valor de los productos.

Conversaciones Heladas

El pasado 20 de mayo, Angelines González y Fernando Sáenz, desde su Obrador Grate y la Heladería DellaSera, celebraron la décima edición de Conversaciones Heladas bajo la pregunta Qvo vadis (“¿Hacia donde vamos?”). El objetivo de este encuentro fue abrir un espacio de reflexión sobre los retos del presente y el futuro de la gastronomía. Productores, arquitectos, diseñadores, cocineros, periodistas y otros profesionales compartieron mesa y diálogo para repensar el valor de lo que comemos, más allá del plato.