En medio de esta belleza, el cultivo de las cerezas se desempeña de una manera natural, tradicional y sin aditivos, lo que consigue que el fruto del cerezo tenga un sabor único y un altísimo contenido en vitaminas, oligoelementos, flavonoides, etc. Tras una cuidadosa selección a pie de árbol, de acuerdo a un riguroso control de calidad, sólo las mejores se identifican con el sello de la Denominación de Origen Cereza del Jerte.
En los pueblos bañados por el Jerte la cereza proporciona una poderosa industria hortofrutícola que ha convertido a esta comarca extremeña en referencia mundial por la cantidad y calidad de sus productos, que se siguen cultivando de manera natural, tradicional y sin aditivos. Ya en el siglo XVIII los cronistas de la época describían el valle como un auténtico paraíso frutal. El cerezo se cultiva en la comarca desde el siglo XIV, aunque no fue hasta mediados del XVIII, y tras la quiebra del castañar, cuando tomó verdadero auge. En la actualidad más del 80% de la población está ocupada, de uno u otro modo, en el negocio de la cereza, que desde hace unos años goza de Denominación de Origen Protegida (su procedencia se reconoce gracias a la contraetiqueta que acompaña cada caja de cerezas y picotas), un fruto de sabor único, del que se cosechas alrededor de 10.000 kgs. anuales (el 60% destinado al mercado exterior). Entre ellos destacan las famosas “picotas del Jerte” cuya singularidad es que no tienen pedúnculo ya que pierden el “rabito” de forma natural durante el proceso de recolección. Llegan a partir de la primera quincena de junio y estarán en los mercados hasta la primera semana de agosto. De las variedades acogidas a la D.O.P “Cereza del Jerte” cuatro son picotas (Ambrunés, Pico Limón Negro, Pico Negro y Pico Colorado) y una cereza (Navalinda). De todas ellas es la ambrunés la más dulce y delicada, y su excepcional sabor la convierte en la favorita de los consumidores.
En los últimos años, y como apoyo al sector, se ha venido celebrando un concurso de cocina con cerezas que ha descubierto nuevas posibilidades de uso. Conservas, mermeladas, aguardientes, bombones… Pero también refrescantes gazpachos, sutiles salsas para acompañar la caza o las carnes de cerdo, chispeantes aderezos y vinagretas, sofisticados postres. Su equilibrado punto “dulzor-acidez” convierte a estos frutos en un ingrediente muy apropiado para crear contrapuntos de sabor, algo esencial en cualquier receta bien planteada. Y por si esto fuera poco, son un magnífico antioxidante natural y un excelente depurativo, además de una saludable fuente de vitaminas y oligoelementos.
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