No todo va a ser melancolía cuando se acaba el verano, el otoño también nos depara buenos momentos, sobre todo si nos animamos a celebrarlo en los nuevos restaurantes de Barcelona, las novedades más interesantes de la ciudad para comer y beber muy bien.
Dirección: Carrer Llull 259. Tel.: 615 66 97 83. Instagram: @atipicalbcn. Precio: desde 30 euros.
Con Matteo Bertozzi ocurre siempre una cosa curiosa: dónde va, triunfa. Este cocinero italiano afincado en Barcelona se labró un buen nombre con My Fucking Restaurant y el Bar Assalto, ambos en la zona del Raval y aún en funcionamiento, pero en manos de otros propietarios. En su primer local se marcó como objetivo una cocina sabrosa, con detalles muy cuidados, una presencia potente de la proteína vegetal frente a la animal y dos premisas: todo sin gluten y un compromiso con la sostenibilidad de los que van más allá del marketing. «Estaba muy limitado», confiesa. “Ahora siento como si me hubiera quitado el palo de la escoba”, bromea ¡Y que lo digas! Ha cambiado de vida con su pequeño local con capacidad para 24 personas, a 2 calles de su casa en el barrio de Poblenou, ha perdido peso y ha ganado calidad de vida.
Su cocina sigue siendo maravillosa: un steak tartar con salsa de espelette y grasa madurada que le aportan un toque de chuletón digno de concurso, y platos como sus boletus con yema confitada y lardo di colonnata, una especie de tocino curado de la parte del lomo del cerdo de origen italiano – el origen de Matteo nunca se ha diluido, ni falta que hace-. En Atipical la carta cambia de manera constante y se permiten jugar con recomendaciones adicionales como por ejemplo un bonito del Mediterráneo en escabeche de vinagreta y romero, que encontró en el mercado en un golpe de suerte y que se deshace en la boca cual mantequilla.
Suele ocurrir en estas casas de comida con trasfondos de mucha cocina (salada) que los platos principales seducen y los postres decepcionan, pero no es el caso aquí: el brownie de remolacha hay que probarlo. Y también dejarse aconsejar en la sala por lo que propone Darío Preda, que antes les vendía el champán a sus antiguos restaurantes y ahora se ocupa de la atención en la sala del nuevo. Interesante además su política se márgenes en los vinos, muchos a copas – incluso algún champán, seguramente por buenos contactos de Darío – a precios populares para disfrutar sin remordimientos.
Dirección: Carrer de Laforja 83. Tel.: 934 30 54 47. Instagram: @restaurantemacambo. Precio: desde 45 euros.
En la zona alta barcelonesa, este verano Roberto Sihuay ha abierto sin miedo un nuevo restaurante peruano que se une con fuerza a la presencia, ya casi podríamos denominar multitudinaria, de propuestas de venidas de Perú en varios establecimientos de la ciudad (Maymanta, Yakumanka, Ají, Leche de Tigre etc).
Afortunadamente, esta cocina peruana es tan rica de matices e influencias, que Macambo no será solo otro restaurante peruano, sino uno en el que la raíz y la tradición dejan lugar a una cierta innovación y a una puesta en escena más cuidada con platos que son referentes en la cocina peruana como el lomo saltado o el ceviche de rocoto y corvina -dando un especial protagonismo al jugo de rocoto, que domina el plato en sabor y presencia, ocupando más de la mitad del espacio-. Su carta incluye además otras propuestas que se inspiran en la tradición, pero se presentan de forma novedosa, como los dados de cochinillo, que esta temporada se sirven sobre puré de boniato.
El espíritu inquieto de Sihuay, de ir más allá, se hace patente en el nigiri de causa andina con wagyu – en el cual sustituye el arroz por causa limeña, aunque la propia causa le robe un cierto protagonismo al wagyu -, y en el pastel de choclo, que es una relectura del rocoto relleno arequipeño, en el que se sustituye el pimiento por pastel de maíz, y la salsa tradicional por un jugo de cocción que recuerda al ramen.
Macambo significa “manjar de dioses” y hace referencia a un ingrediente parecido al cacao, pero de color blanco que puede encontrarse en Perú, un nombre cargado de intención de dejar huella.
Carrer de la Pau 2. Sant Adrià de Besòs. Tel.: 932 53 74 65. Instagram: @lora_barcelona. Desde 45 euros.
Lora es un viaje de Barcelona a Beirut pasando las costas africanas y las cocinas más representativas de Oriente Medio. Con una carta pequeña – algo digno de apreciarse y valorarse – la oferta de Lora sorprende para bien, sobre todo al tratarse de un restaurante ubicado en la inmensa planta baja de un hotel del 5 Estrellas – el SLS Forum Barcelona – en el mismo espacio en el que dan los desayunos – y que podría ser un simple servicio adicional al huésped. Afortunadamente en Lora no han usado el concepto viaje para hacer una mezcla del “todo vale”, habitual en locales que usan el viaje como excusa para meter cualquier cosa. Han querido ir más allá y no quedarse solo en una cara bonita en la zona del puerto del fórum – algo escondida y desconocida pero interesante como remanso de paz más allá del bullicio de la ciudad-.
Muy recomendable acompañar la comida con un par de sus panes orientales tipo pita o el kubaneh, un pan tradicional yemenita que se hornea la noche de shabat (de viernes a sábado) y cuyo interior está a medio camino entre el brioche y el cruasán de mantequilla. Ideal para untar en su baba ganoush o un borani iraní de espinacas. Todo se puede (y debe compartir) en el centro, platos sabrosos, sencillos, con mimo, como su puerro a la brasa con tzatziki y jalapeño verde (que bien podría haberse reemplazado por un pimiento más mediterráneo) o su paletilla de cordero asada y caramelizada con menta, granada y yogur.
Hay que guardar hueco para el postre, ofrecen un milhojas con helado de pistacho y pistachos triturados a modo crumble que hay que pedir.
Carrer de Londres, 89, L’Eixample. Instagram: @casafiero_Teléfono: 931 02 66 10. Precio desde 40 euros.
Casa Fiero es el hermano pequeño y “mimado” del Maleducat de Víctor Ródenas, los hermanos Marc e Ignasi García y Xavier Moragas. Cinco años después, con la propuesta del Maleducat consolidada, han abierto esta casa de comidas tradicional con elaboraciones de cocina reconfortante, como los fideos a la cazuela, macarrones, huevos fritos, pescados a la brasa, y propuestas de corte más clásico, pero con su propio sello. Todo ello “sin pretensiones, que el protagonismo sea del cliente y no de los platos, que disfrute con platos cercanos que les haga sentir cómodos y arropados”, explica Víctor Ródenas.
Triunfan los huevos fritos de primera puesta con gambita roja y panceta ibérica, los macarrones de rustido de tres carnes, los pescados a la brasa que hacen con su agua de Lourdes y de postre el flan cremoso de yemas y vainilla, uniéndose a la extendida tendencia de recuperar flanes de siempre en las cartas de ahora.
El restaurante está situado en pleno corazón del Ensanche Barcelonés y posee un interiorismo tradicional con toques eclécticos y piezas de arte moderno que contrastan con la tradición en la base de la cocina. Sus vinos son de corte más bien clásico, sin estridencias y destaca su selección de referencias hispanofrancesas de La Rioja, Ribera, Champagne y Borgoña.
Plaça de Sant Agustí Vell 1. Instagram: @mundial_bar. Precio: desde 30 euros.
Hay bares que nunca se van del todo, solo esperan a que alguien los devuelva al lugar que merecen. Ese es el caso del histórico Bar Mundial, un clásico del Born barcelonés que ha vuelto a la vida bajo la dirección del equipo del Grupo Confitería, los mismos que han sabido rescatar con acierto otros espacios emblemáticos de la ciudad. El nuevo Mundial conserva su esencia de taberna marinera —barra amplia, paredes de azulejo, fotos de boxeadores y ese aire de barrio que no se fabrica—, pero con un pulido actual que respeta el pasado y limpia el polvo del tiempo. Aquí el protagonismo sigue siendo del producto: marisco fresco, pescados del día, guisos de sabor profundo y frituras impecables. Nada de fuegos artificiales, solo materia prima y oficio.
Entre los imprescindibles, las anchoas del Cantábrico, los calamares a la andaluza, la gamba roja a la plancha y el guiso de sepia con albóndigas, todos ejecutados con la precisión y el mimo de quien conoce el recetario popular sin necesidad de reescribirlo. El ambiente es el de siempre: bullicioso, alegre, con esa mezcla de vecinos del Born y visitantes curiosos que comparten barra y conversación. A mediodía el pescado del día se vende por peso, y por la noche el local se llena de grupos que celebran, sin pretensiones, la vuelta al bar de toda la vida. El renacimiento del Bar Mundial demuestra que la gastronomía barcelonesa no solo crece hacia lo nuevo: también sabe mirar atrás y dar una segunda vida a los lugares que forman parte de su memoria colectiva.
Dirección: Carrer de Còrsega 346. Tel.: : 935 95 95 91. Instagram: @molinodepez Desde 60 euros.
Tras el incendio accidental que obligó a cerrarlo en abril, frente al estupor y la impotencia de todos los que aprecian el trabajo de la familia La Ancha y de todo lo que toca la varita de Nino Redruello, Molino de Pez ha reabierto sus puertas en Barcelona.
Y lo ha hecho manteniendo su esencia de casa de comidas elaboradas y oda al producto en su brasa, recuperando algunos de sus clásicos como las tortillas velazqueñas, sus lentejas estofadas, su marmitako de bonito y su ensaladilla de lubina a la sal con patata. Pero, eso sí, dejando lugar a la innovación con sus nuevos espetos a la brasa de pescados y verduras de temporada que no solo son divertidos, sino que te entran ganas de comerte hasta la brocheta.
Una nueva reapertura a la que merece la pena dar voz y espacio, no solo por la calidad de lo que ofrecen, que es muy alta, sino también desde el lado más humano, desde la reflexión de lo que le supone a un restaurador un accidente similar, todo lo que pierde, todo lo que deja de ganar, pero también, hay que mirar el lado positivo, todo lo que implica la oportunidad de rehacer el proyecto, limando los detalles que antes no funcionaran del todo.
La sala renovada – que continúa teniendo dos espacios en dos alturas- se ha cuidado hasta el mínimo detalle para que vuelvas a sentirte como en casa y solo algunas nimiedades cambian. Por ejemplo, el piano escondido en una mesa corrida, que hacía las delicias de los comensales hacia el final de la cena, ha desaparecido, al menos de momento tras quedar inutilizado en el incendio. Sinceramente, no irás a Molino de Pez por su piano, pero sí que lo visitarás para volver a probar su babá al ron con nata, que sigue siendo el postre estrella.
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