La inquieta Marimar Torres –heredera de la noble estirpe bodeguera familiar catalana que este año cumple 150 años de tradición en el Penedès–, que marchó a California en 1975 para apoyar el desarrollo comercial de los vinos la compañía de su familia y se estableció en San Francisco, para convertirse en bodeguera en Sonoma unos años más tarde, nos tiene acostumbrados a buenos vinos y no pocas sorpresas desde hace un buen tiempo.
Y no solo con las primeras variedades que plantó –las borgoñonas chardonnay y pinot noir, que tan bien se adaptan a las condiciones climatológicas y los suelos de los entornos de Russian River y el Green Valley–, también con otras uvas que poco a poco va implantando en aquellas lejanas latitudes, en principio de manera experimental, pero con tan buen resultado que están dando lugar a cuvées muy interesantes, como es el caso del primer monovarietal de albariño californiano del que tengamos noticia.
Pero lo que hoy nos ocupa aquí es la bendita pinot, con la Marimar ya nos ha seducido con grandes tintos como La Masia, Mas Cavalls o el estupendo Cristina.
La sorpresa llega ahora con un vino espumoso, en la que esta soberbia variedad se presenta vinificada en blanco, según la técnica de los llamados blanc de blancs. Esto no quita que el burbujeante elixir presente un delicado color rosáceo, bonito a la par que tentador.
Por lo demás Marimar Blanc de Blancs 2017, es un vino de carácter, de fina burbuja, con una nariz muy expresiva en la que conviven notas de frutas tropicales y fresas salvajes con matices minerales, de paso por boca amplio, vivaz y refrescante que culmina con un final persistente y fragante que invita a repetir el trago.
En definitiva, un excelente espumoso de pinot noir, cuyo lanzamiento en España coincide con el del nuevo rosado de Marimar, Rosaleda 2018, también monovarietal de la misma uva e igualmente notable.
¡Qué la pinot da para mucho, también en Sonoma!
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