El torno de madera, encastrado en la pared desde siglos atrás, gira. De una parte se recibe el encargo, dulces de convento, y, de la otra, un pago que sirve para financiar los gastos de una vida en aislamiento. Son dos las señas empleadas para indicar que alguien, invisible, atiende a ambos lados del muro. “Ave María Purísima. Sin pecado concebida”: el saludo que, a día de hoy, aún se escucha en los conventos sevillanos de monjas de clausura.
Durante la Navidad, la costumbre de comprar dulces conventuales vive su mejor momento. Una tradición envuelta en un aura de misterio que vincula directamente la repostería con la espiritualidad, el deleite y la cultura. Productos llenos de historia, tanto por sus recetas centenarias, como por el valor patrimonial y arquitectónico de los espacios donde se venden.
A pesar de que en los últimos años se han incorporado algunas innovaciones —como elaboraciones sin azúcar, gluten o lactosa, pedidos a través de páginas web o renovación de la maquinaria— la labor de las hermanas mantiene muchas constantes. Trabajan siempre con productos naturales, preparando a diario numerosas bandejas de pasteles cuya fórmula se vela en cada orden religiosa.
En Sevilla, la abundancia de conventos y monasterios hace que elegir dónde detenerse no sea un gesto menor: cada torno esconde un relato y una delicia particular.
C/ Santa Paula, 11. Sevilla. Horario: lunes a domingo de 9:30 a 13:30h y de 17:00 a 18:45h.
Santa Paula es una joya oculta en el barrio de San Julián. Un monasterio más accesible que otros, gracias a su museo, desde el que se adivina parte de la vida del claustro. Las jerónimas venden allí sus populares mermeladas y confituras, que también se pueden compara a través de la web declausura.com. Sobresalen sus productos de limón y naranja preparados con fruta del propio monasterio, la carne de membrillo, el dulce de cidra o de pimientos y los higos en almíbar. En temporada navideña, el interés se desplaza hacia los alfajores mozárabes y el turrón a la piedra, el cual —a pesar de su nombre— es blando, de almendra, y sumamente delicado.
Plaza San Ildefonso, 1. Sevilla. Horario: lunes a sábado de 9:00 a 13:00h y de 17:00 a 19:00h.
Las yemas de San Leandro son uno de los grandes símbolos de la repostería sevillana. Su prestigio es tal que el diario The New York Times se hizo eco de ellas en un reportaje dedicado a la tradición monacal. Las monjas agustinas confeccionan desde el siglo XVI este manjar que exige solo dos sencillos ingredientes: huevos y azúcar. Las yemitas se presentan en una discreta caja de madera de pino, envueltas como caramelos en papel de encerado. Es característica su forma cónica y su grueso glaseado, excesivamente azucarado, que protege un interior tierno.
C/ San José, 4. Sevilla. Horario: lunes a sábado de 10:00 a 13:30h.
En este convento, ubicado en la antigua judería, se mantiene la venta exclusiva a través del torno. La especialidad de su obrador son las elaboraciones de almendra, que llaman la atención por la peculiaridad de sus nombres. Junto a los clásicos alfajores y polvorones, encontramos los solicitados naranjitos, los suspiros de obispo, los cordiales y las avemarías.
Bajo encargo, ofrecen gallina en leche, un postre típico de Porcuna (Jaén) que las monjas dominicas trajeron consigo al abandonar su convento durante la Guerra Civil. Aunque hoy ya no se añade esta carne, la receta original incluía gallina cocida, leche, almendra molida, azúcar, huevos, canela y pan rallado.
Polvorones
C/ Doña María Coronel, 5. Sevilla. Horario: lunes a sábado de 9:00 a 13:00 y de 16:00 a 18:30h.
La historia del monasterio de Santa Inés está ligada a una de las leyendas más conocidas de Sevilla. Su fundadora, Doña María Coronel, se desfiguró el rostro y el pecho con aceite hirviendo para frenar los abusos del rey Pedro I, quien la perseguía cruelmente obsesionado con su belleza. Una vez a salvo, consagró su patrimonio a cimentar el lugar en el que vivió recluida como clarisa hasta su muerte.
Los bollitos de Santa Inés —compuestos de azúcar, aceite, harina y ajonjolí— son los pasteles más emblemáticos y antiguos del convento, datados de 1600. Frente al torno se forman largas colas para comprar también mantecados, polvorones, empanadillas de batata y cortadillos de cidra. También se pueden comprar online.
Cortadillos de cidra
C/ Pablo Iglesias 23A. Constantina (Sevilla). Horario: lunes a sábado de 10 a 11:30h y de 17 a 19:30h.
En plena Sierra Norte de Sevilla, la torre blanca de “La Carlina” —sobrenombre del monasterio— se alza como uno de los perfiles más reconocibles de Constantina. Tras sus muros, las hermanas jerónimas elaboran vinagres, mermeladas y licores; si bien es su trabajo con el chocolate lo que merece una mención especial, ya sea en tabletas y turrones, en forma de rocas con frutos secos o recubriendo gajos de naranja confitada. Por encima de todo destacan las Kirschetas: un bizcocho del tamaño de un bombón a base de cacao, harina, almendra molida y canela, embebido en licor de cerezas y bañado con chocolate negro. Un bocado adulto, de gustosa mordida, que exige una voluntad firme para no repetir.
Torta imperial
Cerro de San Cristóbal s/n. Estepa (Sevilla). Horario: lunes a sábado de 10:00 a 12:00h y de 17:00 a 18:00h.
Resulta difícil imaginar la Navidad española sin polvorones y mantecados. Estepa es la cuna de estos dulces, amparados bajo una Indicación Geográfica Protegida, y el convento de Santa Clara es una referencia para quienes buscan los más auténticos. Se cree que fue aquí donde se prepararon por primera vez, incorporando notables mejoras desde la primitiva combinación de manteca de cerdo, harina de trigo y azúcar. La destreza de las clarisas de Estepa ha consolidado el prestigio de unas viandas ya documentadas en el siglo XVI. A su amplio repertorio navideño se suman turrones de almendra, mazapanes, alfajores y unas finísimas yemas.
Tocinos de cielo
C/ Santa Florentina, 12. Écija (Sevilla). Horario: lunes a domingo de 9:30 a 13:30 y de 16:30 a 18:30.
Las dominicas de Santa Florentina son depositarias de uno de los grandes tesoros de la tradición repostera ecijana: el bizcocho marroquí. Esta ambrosía, lejos de tener origen árabe, debe su nombre al apellido de las hermanas Marroquí, fundadoras del convento donde nació la receta. Requiriendo únicamente de azúcar, huevo y almidón de trigo —en proporciones celosamente guardadas—, el bizcocho alcanza una textura sedosa, etérea y de extraordinaria esponjosidad. Tras cubrirlo con yema y un glaseado ligero, las monjas lo presentan en cuñas envueltas individualmente. La transmisión del saber hacer entre religiosas de la misma orden ha permitido su réplica en el convento de la Concepción de Osuna.
Bizcocho marroquí
C/ Torno de Santa Clara, 1. Carmona (Sevilla). Horario: jueves a lunes de 11:00 a 14:00h y de 16:00 a 18:00h.
Tora del inglés y otros dulces del obrador
De apariencia sencilla y gusto clásico, la torta del inglés es la pieza más reconocible de la pastelería carmonense. Un pastel redondo compuesto de bizcocho, cabello de ángel y una tapa de hojaldre, coronado con abundante azúcar glas y canela dispuesta en forma de asterisco. Nacida entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, su autoría se disputa entre varias familias de la localidad. En este convento se ofrece una de sus versiones más cuidadas, fiel a la sobriedad y al equilibrio que han definido históricamente esta receta.
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Foto de portada: Archidiócesis de Sevilla.
Fotos: oficina de turismo de Sevilla, conventos y webs de venta de dulces conventuales.
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