Decía Paul Válery que «Krug es el champagne que Dios ofrece a sus ángeles cuando estos han sido excepcionalmente buenos». Los que amamos los vinos burbujeantes más sublimes bien sabemos que el poeta no exageraba. Porque Krug es mucho más que un champagne de lujo: es una religión.
Aún sin ser la maison más antigua de la región, ni la que produce los champagnes más cotizados en el mercado, esta bendita casa es objeto de culto entre los bebedores de fina pituitaria y paladar más versado, que se rinden al influjo evocador que provoca la sola mención de su nombre. No por otra cosa, los enómanos más empedernidos encienden la mirada y predisponen los sentidos para reincidir en una experiencia única cuando se descorcha una botella de Krug.
De allí que la ocasión de probar las nuevas ediciones que presenta cada año la célebre maison de Reims dispare siempre grandes expectativas. También en España, un mercado minoritario para la marca, pero que no es ajeno al poderoso magnetismo que ejerce Krug entre sumilleres, restauradores y aficionados. Así quedó demostrado la semana pasada en Marbella, el lugar escogido por los responsables de esta casa para el estreno en este país de las flamantes ediciones de dos de los champagnes señeros de Krug: La Grande Cuvée y Krug Rosé.
Los jardines de la Finca Ana María, en el Marbella Club Hotel, ofrecieron un marco ideal para que Krug no solo diera a conocer en España sus últimas cuvées, sino también presentara un nuevo capítulo de Krug in the Kitchen. La iniciativa enogastronómica que cada año pone en foco un producto, con un amplio recetario y propuestas de maridaje concebidos en colaboración con los chefs que Krug selecciona como «embajadores» de la marca en el mundo.
En 2025, el producto estelar de este proyecto es la zanahoria, en su amplia y colorida diversidad de variedades y mutaciones. La cocina del hotel marbellí, dirigida por Santiago Guerrero, preparó para la ocasión un menú vertebrado en torno a este vegetal, que incluyó un tartar de zanahoria y manzana con caviar y chivo lechal malagueño sobre zanahoria morada, entre otros platos.
Krug Grande Cuvée 173º Edition
El menú se armonizó, lógicamente, con los champagnes de Krug, que fueron los grandes protagonistas del evento.
La Grande Cuvée, como es norma en esta maison, resume los rasgos más distintivos y lo mejor del savoir faire de Krug. La 173º edición del champagne más emblemático de la casa es fiel a los principios excelencia e identidad de Krug. Nace de un preciso assemblage de cerca de 150 vinos, de 13 añadas distintas (vendimiadas entre 2001 y 2017). Tras siete años de crianza en las cavas de la bodega, es un prodigio de armonía y elegancia, con un matiz quizás mas balsámico y herbáceo que el que ofrecen las ediciones precedentes de esta cuvée.
Krug Rosé 29º Edition
Por su parte, Krug Rosé, en su 29º edición, está compuesto por 29 vinos de cinco añadas (entre 2010 y 2017). Su delicada expresión frutal, adornada por acentos florales y minerales, viene dada en buena parte por el carácter del pinot noir procedente de dos parcelas: Les Crayons de Mutigny y Côte Valnon en Aÿ. Criado también siete años en rima, este rosé tan anhelado por los amantes de los champagnes más especiales luce un bellísimo color salmón, un amplio registro de matices y sensaciones, con un sutil amargor en el final de boca.
Sin duda, dos magníficos champagnes que perpetúan la leyenda de Krug.
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