Su carrera resulta demasiado deslumbrante para un cocinero tan joven. Con el peso de varias estrellas Michelin a sus espaldas, ahora se ha hecho famoso en el programa televisivo Master Chef: su cara de niño guapo levanta pasiones entre concursantes y telespectadoras.

 Tras su cara de niño guapo –que le ha abierto no pocas puertas en el mundo del marketing y la publicidad- se esconde un profesional de una pieza. Desde los 14 años se bate el cobre en las cocinas y en los concursos, de los que ha ganado unos cuantos, entre ellos el Campeonato de España para jóvenes chefs (San Sebastian 2002) y el prestigioso concurso Cocinero del año (Barcelona 2006).

Primero se hizo cargo del Estany Clar (Cercs) donde ya consiguió una estrella Michelin con 26 años. Después pasó al L’Angle (1 estrella Michelin) en Manresa, junto a la sede de la Fundación Alicia, local que sigue regentando; desde hace dos años dirige la cocina del elegante Abac (2 estrellas Michelín) barcelonés. Su última aventura se llama 10’s: un gastrobar con tapas que fusionan tradición y vanguardia. Su agenda está tan apretada que no tiene tiempo ni de respirar. Aún así ha publicado un libro: Cocina con lógica, compendio de conceptos y recetas a las que Cruz aplica de un modo personal técnicas de cocinas desarrolladas por muchos de sus colegas. Y está preparando otro.

Cruz cuida el producto, lo mima, le aplica el método culinario que más le conviene, pero no renuncia a experimentar con nuevas técnicas. Para él tradición y creatividad no son conceptos enfrentados. Le interesa seguir la evolución natural de la cocina.  Perfeccionista y puntilloso hace gala de una enorme destreza técnica lo que le permite asumir retos que para otros serían arriesgados.   Sus platos siempre son vistosos, armónicos, muy resultones en la boca, que al final es lo que importa.

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