Ansa 2016, acento estadounidense y esencia riojana
La laberíntica casualidad no es fortuita: los impulsores del proyecto son un matrimonio estadounidense, Francis y Kathleen Rooney, que se enamoraron de los paisajes de la Rioja Alavesa cuando recorrían la ruta del Camino de Santiago.
En 2014 decidieron emprender allí una pequeña bodega con la colaboración de su hijo Michael, el enólogo y viticultor Luis Güemes y su mujer, Marta Ortiz, ingeniera agrónoma que aquí hace las veces de directora de marketing, gerente comercial y de sostenibilidad.
Ansa: el más deseado
De este sueño hecho realidad nace Ansa –»el más deseado», en gaélico– que en su segunda añada, 2016, muestra los encantos de un tinto elaborado a partir de la excelsa materia prima que dan los viñedos de altura de la Sierra de Cantabria: cepas de tempranillo con más de 70 años en las localidades de Elvillar y Lanciego.
Con una filosofía de mínima intervención y una crianza en barricas de roble francés nuevo seleccionado en los mejores fabricantes, de acuerdo a cada parcela, interpretando el carácter de cada zona –»Necesitamos la madera que se adecue a cada terruño», explica Güemes– en la pequeña bodega garaje que tiene bien equipada en la localidad de Laguardia –»al final, el vino no sabe si lo estás criando en un garaje o en un viejo castillo»– , Ansa tuvo un gran recibimiento en su primera añada: con 95 puntos en Wine Spectator, 94 puntos otorgados por Tim Atkin y 93 en la Guía Peñín, en la añada 2015 fue uno de los estrenos más fulgurantes que se recuerdan en la D.O.Ca. Rioja.
Con estos precedentes y la vocación de «trasladar la voz más pura del viñedo» a la botella, Ansa 2016 llega al mercado con una expresión de fruta negra y roja elegante e intensa, un buen balance con la madera –que aún falta integrar del todo–, buena presencia de acentos minerales, recuerdos de monte bajo (tomillo, romero), paso por boca estructurado y persistente, con notable acidez y regusto de cacao y regaliz en el final.
Un riojano-alavés notable para tener en cuenta