VALORACIÓN92/100
TIPO
FORMATO
75 cl
REGIÓN
Cataluña
PAÍS
ESPAÑA
VOLUMEN ALCOHÓLICO
15º
PVP RECOMENDADO 8.95 €

Castell del Remei

Con una tradición como explotación agrícola que se remonta hasta los tiempos del dominio romano, Castell del Remei tuvo su mayor esplendor en la segunda mitad del siglo XIX, cuando ostentaba el mérito de ser el mayor latifundio de regadío de Cataluña y las 50 familias que residían en sus dominios disponían de un campo de fútbol, pista de tenis, cine, grupo de teatro, banda de música y un santuario. Su actividad vinícola no tiene menos lustre: se inició en 1780 según el modelo del château bordelés. En 1982, el emblemático castillo de Panelles (Lleida), fue adquirido por la familia Cusiné, que modernizó sus instalaciones y le convirtió en una referencia para la D.O. Costers del Segre.

Desde 2014, la bodega es responsabilidad de Tomàs Cusiné, que ha regresado al seno de la empresa familiar tras consagrarse con sus proyectos personales: Cérvoles, Cara Nord y la bodega que lleva su nombre.

Pero como ya es hora de reivindicar el pasado del castillo, y no solo en la producción de vinos tranquilos, sino en también de brandies, licores y vinos aromatizados como el vermut que ahora vuelve a ver la luz, en base a una antigua receta, es el momento de tirar de biblioteca.

Botánicos olvidados

La base del Vermut Clàssic Castell del Remei la forman vinos blancos de macabeo, seleccionados por su ligereza. Paralelamente, las hierbas escogidas para apuntalar la parte aromática se maceran entre uno y tres meses y en una tercera fase se unen al vino base, obteniéndose un vermut de aproximadamente 15% de volumen alcohólico.

Mención especial merece la singularidad de las hierbas escogidas en esta antigua receta recuperada del cajón del olvido, muchas de ellas en desuso en las fórmulas de los vermuts contemporáneos: hoja santa, genciana, hierba gitanera, cardo bendito… que se suman a otros como nuez moscada, azafrán y piel de naranja, en una original composición bien balanceada en el conjunto de amargor, dulzor y notas vinosas.

La etiqueta vintage es también un homenaje a aquellos alegres años ’20 en el que los aperitivos se disfrutaban con inocencia, al aire libre… ¡y sin mascarilla!

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