Uno de los chefs españoles que más admiración despierta en el extranjero. Prensa y colegas le admiran, tal vez por su radicalidad y valentía a la hora de afrontar el trabajo en cocina. Nerua, su restaurante del Museo Guggenheim es un espacio a su medida. 

Josean Alija, estrenó espacio y estrella (Michelín) en 2011. En Nerua (Museo Guggenheim), un entorno despojado, blanco, amplio y silencioso, el joven chef y su equipo se sienten cómodos. Un escenario desnudo donde el producto muestra su más íntima esencialidad.

La cocina de Alija no deja indiferente. Su radicalismo desata pasiones e incomprensiones por igual. Perfeccionista, obstinado, perseverante, coherente y sobre todo, fiel a sí mismo, el que fuera alumno de Martín Berasategui y Andoni Aduriz, tiene la audacia de caminar por senderos inéditos, asumiendo riesgos extremos. Tras una aparente simplicidad se esconden horas de reflexión, de búsqueda y de trabajo.

Para apreciar sus recetas, que conjugan precisión técnica y sensibilidad gustativa, hay que aceptar ciertas reglas y someterse a un juego culinario que tiene mucho de ejercicio intelectual. Composiciones provocativas, unas veces violentas otras apacibles,  con las que se da forma a una propuesta cadenciosa, en la que se van sucediendo platos ligerísimos, cargados de matices. Un mosaico de sabores y texturas sutilmente trabajados para resaltar sus matices, en el que cobra especial relevancia la verdura, cuyos sabores básicos se tratan de potenciar en cada uno de los platos. Cocina que transmite inquietudes y obliga a pensar: licuado de vainas; tomates cherry infusionados con hierbas; pan de sopako enbebido el alga duse y hebras de necora; alcachofas al estragón con hebras de cerdo ibérico; ventresca de bonito sobre caldo de ajos silvestres…

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