Dirige su propio restaurante desde 2008, mucho antes de pasar por Top Chef, en cuya segunda edición fue concursante.

“ Yo no quería participar, me llamaron de la productora, y me costó mucho decidirme porque no soy nada competitiva -tal vez ese es el problema de las cocineras, que no competimos-  pero la experiencia fue muy positiva. Aparecer en televisión es una forma de darte a conocer, algo que para mi con un restaurante en un pueblo de La Mancha no es fácil. Lo considero una etapa más en mi carrera”. En su cocina solo hay mujeres “ No ha sido una decisión premeditada, ha salido así porque sí, pero ahora que trabajo solo con mujeres creo que no somos ni mejores, ni peores, solo diferentes” Sus platos reflejan la tierra, el campo y la tradición manchega, pasados por el filtro de la modernidad. “No me iría de mi tierra por nada del mundo, cada vez estoy más vinculada a ella, a sus productos. El nombre de mi restauranteazafrán, ya es una declaración de intenciones”. Su próximo sueño: abrir una panadería artesana.

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