Un año más hemos acompañado a Victoria Ordóñez en las faenas de vendimia. A media mañana, a través de caminos de tierra, uno de los vendimiadores nos comentó: “Tened cuidado con las tabarreras, nidos de avispas, caminamos por realengas, antiguas trochas de animales.” 


Cuando ya a pie alcanzamos una de las cimas las vistas se tornaron grandiosas. Con la ayuda de recios mulos, grupos de vendimiadores expertos bajaban hasta el fondo de la ladera, recolectaban las uvas y ascendían hasta la cima. Apilaban los envases y resbalaban de nuevo hacia las profundidades  “Es un trabajo reservado a expertos”, insistió Victoria. “Los brazos de las viñas llegan al suelo, hay que hacer podas rastreras”.

En la Axarquía en pocos kilómetros se asciende desde el nivel del mar a más de 600 metros. Mientras contemplábamos el panorama Victoria nos comentó: “Estos viñedos cubren laderas abruptas con desniveles entre un 40% y un 60%, el cultivo resulta muy difícil y su mecanización imposible. Se trata de una viticultura heroica. Todas las labores se hacen a mano en terrenos en los que se mezclan pizarras descompuestas con cuarzo blanco. Suelos pobres que reciben precipitaciones escasas, en los que la uva -moscatel de Alejandría- se cultiva igual que hace 2000 años. No hay bancales, que frenarían la brisa del Mediterráneo. Como es lógico los rendimientos son muy bajos”.

Mordisqueamos las uvas recién recolectadas e, igual que en ocasiones anteriores, nos parecieron ácidas y dulces de gusto intenso a semejanza de sus propios vinos.

Más tarde, dentro de una casa de la zona catamos el Botani un hito en la historia de los vinos de Málaga, blanco de mesa seco y aromático, delicadamente elegante. Cuando llegó el turno de los vino dulces Victoria nos volvió a insistir que entre el enólogo austriaco  Gerhard Kracher, y su hermano Jorge han revolucionado las elaboraciones en la Axarquía. “Hemos introducido técnicas de vinificación específicas, los vinos dulces no son sencillos”

En el Victoria nº 2, el mismo que se sirvió en la cena de los Premios Nobel (2012), apreciamos aromas intensos y una acidez insólita, superpuesta a aromas florales con dulzor y frescura. En el Victoria nº 3 procedente de viñas viejas, de color dorado, la misma acidez del anterior con el contrapunto de notas a miel y frutas maduras. Soberbio.             

 “Para innovar en la zona hemos tenido que superar viejos hábitos. Una de las cosas más importantes es que secamos las uvas a la sombra. Acordamos con Kracher que teníamos que preservar la acidez natural y no asoleamos los racimos. Al principio nadie quería vendernos uvas. Entre los viticultores el lema era tajante: las buenas uvas se destinan para pasas y las malas para hacer vino. Tuvimos que recurrir al alcalde de Almáchar  para persuadir a cuatro viticultores que nos comentaban: “Estas uvas no se pisan”.  

Ya al final brindamos con el Botani Espumoso, tan desenfadado como los moscatos italianos.

Enorme mérito el de esta familia malagueña, “Grupo Jorge Ordóñez & CO” www.grupojorgeordonez.com  que elabora algunos de los mejores vinos dulces de Europa. Jorge, hermano de Victoria, ejerce de gran embajador de los vinos españoles en Estados Unidos. No solo ha sido nombrado “Personalidad del Vino” en aquel país por el famoso Robert Parker, sino que ostenta el Premio Nacional de Gastronomía (Víctor de la Serna) otorgado por la RAG entre otros incontables reconocimientos.

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JC Capel y Julia Pérez @jccapel @juliaplozano

JC Capel y Julia Pérez @jccapel @juliaplozano

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