Restaurante Bosco de Lobos (Madrid)

Es contemporáneo, es urbano, es desenfadado, y además tiene un patio ajardinado (y nada menos que el del nuevo Colegio de Arquitectos (COAM), que desde que se abrió se ha convertido en una de las terrazas más codiciadas de la zona de Salesas durante el verano. Sus horarios de aperturas son amplios, incluso para Madrid, y los precios no aceptables (aunque lo que realmente es interesante aquí es el menú del día). Este golpe de gracia es ya conocido para los que los gestionan, el Grupo Tragaluz con un interiorismo impecable de Sandra Tarruella —Bar Tomate (Fernando El Santo, 26) y Luzi Bombón (Castellana, 35), ambos en Madrid—, y la paisajista Ana Esteve. Reminiscencias escandinavas en la decoración, grande ventanales, mucho verde, madera y líneas puras, cocina a la vista, una barra con taburetes…. Y especialidades italianas, concretamente venecianas, en la mesa a cargo de los cocineros del restaurante Xemei y el Bar Brutal, de Barcelona. La carta es limitada, con platos (pastas, arroces, ensaladas, carpaccios, y carnes) sin ningún alarde de creatividad pero con mucha fuerza visual (como el propio restaurante). Por lo tanto, la mejor opción es decantarse por las pizzas, en especial la clásica Margherita, de masa final de su masa, mezcla de harinas que fermentan durante 36 horas, hecha en un horno a la vista del comensal. También son acertados la sopa fría de tomate con helado de lima y, es posiblemente, el top1 de todos sus platos: el queso tomino a la plancha con jamón y huevo poché. Aunque el carpaccio de pez espada a los cítricos es más bien soso y si sustancia, la tempura de verduras y los pappardelle con calamares en su tinta pueden tener un pase, como los postres, el café y el pan, pero no así la carta de vinos, que le falta cantidad y calidad.