José Carlos Capel @jccapel

Creador y presidente de Madrid Fusión. Crítico gastronómico de El País durante 35 años. Ha escrito más de 50 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo a la hora del desayuno.

Publicado 01/05/2025

VALORACIÓN 7/10

Han bastado muy pocos días para que Caja de Cerillas (Madrid) restaurante con alma de casa de comidas se haya convertido en el último reclamo de los corrillos gastronómicos de la ciudad. Local minúsculo con tan solo 8 mesas que justo un mes después de su apertura cuelga el cartel de aforo completo en la mayoría de sus turnos. Modelo de éxito de corte vintage, tradicional y castizo, con regusto a tasca moderna y ambiente de bistró, que juega a contracorriente de tantas aperturas clónicas que saturan la hostelería actual.

Interior del restaurante Caja de cerillas

La tasca contemporánea que marca tendencia

En su carta, escueta, ajena a modas y a influencias foráneas, se suceden recetas alojadas en la memoria colectiva: tapas de los bares madrileños, recetas caseras y especialidades populares. Un reencuentro con los orígenes de la mano de su promotor, el cocinero Enrique Valentí que interpreta cada plato con un sello personal. Una suma de sabores reconfortantes entre los que ocupan un lugar prioritario dos de las señas de identidad de Hermanos Vinagre, los cuatro bares que comparte en Madrid con su hermano Carlos: las anchoas de Cantabria, tipo mariposa, carnosas, yodadas y bajas en sal, y las sardinillas picantes de elaboración casera, jugosas, con el punto de aliño de los escabeches gallegos. Tapas que se disfrutan con pan con tomate y aceite, complemento obligado.

1.- Sardinas picantes. 2.-Pan con tomate y aceite. 3.-Anchoas de Cantabria

“Se trata del primer proyecto que acometo en solitario en Madrid. Sin socios, una aventura individual”, afirma Valentí tras dejar atrás más de 20 años de experiencias en Barcelona en locales tan conocidos como Casa Paloma, BarBas, Chez Coco, Marea Alta y Adobo. A guisa de ornamentación, de sus paredes cuelgan enmarcadas viejas cartas de grandes restaurantes como los desaparecidos Jockey o Can Fabes. “Forman parte de mi bagaje, restaurantes que visité y me inspiraron”, asegura. Y como complemento anaqueles repletos de botellas, estampa visual de una bodega cuidada que se recrea en el concepto de bar de vinos, la idea parisiense de los primitivos bistrós.  

1.-Empanadilla de atún. 2.- Bacalao rebozado. 3.- Caballa en escabeche

Tapas y platos de cuchara

Todos y cada uno de los enunciados de su carta aluden a sabores reconocibles, desde los langostinos “en gabardina”, al pollo frito al Jerez (manzanilla) o las judías verdes con patatas chafadas con jamón. No desmerece la empanadilla de atún, de relleno meloso, ni la tajada de bacalao rebozado que supera a la de Casa Labra donde se inspira. “El mercado y los productos de temporada condicionan gran parte de nuestras sugerencias”, prosigue Valentí. Como testimonio la caballa en escabeche tibio, recién asada, con sus lomos templados y una vinagreta rebosante en notas aromáticas. Sensacional.

Judías blancas con almejas en salsa verde

No menos interesante que sus platos de cuchara excesivamente generosos en proteína marina como las judías blancas con almejas en salsa verde, o el suculento puchero de garbanzos con espinacas que el cocinero madrileño ilustra con tropezones de raya en lugar bacalao. Dos guisos para disfrutar. Lo mismo que la oreja a la plancha con patatas y salsa brava. 

Puchero de garbanzos con espinacas y tropezones de raya

Oreja a la plancha, patatas y salsa brava

De las brasas a los postres

Tampoco se deben pasar por alto sus huevos estrellados que se revuelven en la sala en la propia mesa con gambas al ajillo y patatas chips. Un plato ganador. A la brasa se asan pollos, solomillos y butifarra. Y pescados del día, otra de sus mejores sugerencias. Tal vez lenguado que llega a la mesa con el punto justo y una fuente de escalivada a modo de guarnición. En conjunto, platos sencillos ejecutados a conciencia que reconcilian lo tradicional con lo contemporáneo. Entusiasmo al que contribuye una sala digna de los mayores elogios cuyo trabajo se reparten a medias los jóvenes Carolina Rollán y Gerard Florenza, un ejemplo para la profesión. 

Huevos estrellado con gambas al ajillo y patatas chips

Lenguado a la parrilla

Tampoco los postres, entre luces con algunas sombras, desentonan. El símil de flan, muy delicado, no es aquel que comíamos en la infancia como pregona la carta, ni se puede calificar de tal. Contiene abundante nata y se aproxima al sabor de una crème brûlée. Aparte, resultan correctas las fresas marinadas y adictivo el buñuelo de anís que tampoco lo es. Emula a un enorme xuxo relleno de crema, frito y rebozado. El pan de Alma Nomad Bakery da la talla, y el café de Supracafé alcanza el notable alto. Desde todas las perspectivas, un gran homenaje a la cocina tradicional.

1.- Fresas marinadas. 2.- Buñuelo de anís. 3.- Flan