José Carlos Capel @jccapel

Creador y presidente de Madrid Fusión. Crítico gastronómico de El País durante 35 años. Ha escrito más de 50 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo a la hora del desayuno.

Publicado 04/09/2025

VALORACIÓN 6.5/10

La carta del restaurante El Parador Playa (Benalmádena) es de las que ya no se llevan. Larga, inacabable e ilustrada con enunciados de pescados y mariscos preparados de mil formas diferentes. Solo su listado de mariscos cocidos o crudos, sumado al grupo de entrantes supera el medio centenar de propuestas. Apartados a los que se agregan los pescados guisados, fritos o a la plancha, media docena de recetas de arroz, y los platos de carne. Y en el centro de su gran oferta el capítulo de sugerencias, platos especiales u originales con un punto de chispa o de imaginación de la cocina. 

Un océano de posibilidades

Con el entusiasmo que le caracteriza Francis Muñoz, propietario y cocinero jefe, se esfuerza por mantener el pulso de una casa fundada por su familia hace casi medio siglo. Interviene en las pujas de las lonjas próximas para obtener los mejores productos y se desvive para conseguir ingredientes lejanos como las ortiguillas de mar desaparecidas de la costa malagueña que consigue en el litoral bilbaíno. Si algún cliente se interesa por la procedencia de un producto se apresura a demostrar su trazabilidad con etiquetas de compra y argumentos de peso. 

Ninguno de sus éxitos sería posible sin la buena disposición del equipo de sala y cocina que sostiene la casa subido de revoluciones, con ese punto de desenfado al que obligan centenares de clientes a diario. Local indefinible, restaurante a la vez que chiringuito sin arena de playa, cuyas terrazas se asoman al mar desde una atalaya de vistas panorámicas.   

Por sus mesas circulan los iconos de no pocos chiringuitos. No faltan las sardinas al espeto, los boquerones y calamares fritos, los arroces en paella y los pescados a la plancha. Y como detalles de singularidad, las ostras con diferentes aliños o los pescados crudos en sashimi al estilo japonés. Aun así, lo que aglutina las inquietudes culinarias de Muñoz son las mencionadas sugerencias de la casa. Apartado de riesgo con el que Muñoz se aventura en la cocina creativa con desigual fortuna respaldado por el beneplácito de una parte de su ilusionada clientela. 

Luces y sombras

Listado donde militan bocados tan radicalmente simples como los tomates huevo toro, de escasa relevancia, aliñados con aceite de albahaca y anchoas; o su poco afortunada versión del vitello tonnato con fiambre de lengua de vaca, ventresca de atún y pepino encurtido, un conjunto que chirría. ¿A cuento de qué esa manía tan generalizada de adjudicar enunciados conocidos a recetas personales que nada tienen que ver con las fórmulas originales?  Y a modo de contrapunto un plato excelente: quisquillas crudas con sus patitas fritas y leche de coco acebichada.

Luces y sombras que se repiten con otras dos propuestas. Poco convincente el tartar de calamar encebollado, de mordisco duro, con praliné de ajo asado, encerrado en una insípida tartaleta de su tinta, y bastante más conseguido el gazpacho verde con gambas blancas, fragante y fresco.

1.- Quisquillas crudas con leche de cococ acebichada. 2.- Tartar de calamar encebollado. 3.- Gazpacho verde con gambas blancas.

No desmerece en absoluto su refinada ensaladilla de quisquillas, que se desmarca de la media. Tan lograda como el salpicón de bogavante gallego o la sopa de pan con pez San Pedro, plato con el que consiguió el primer premio en el concurso “Cocinando el Mar” en Madrid Fusión hace cuatro años. Precisión que, sin embargo, debido tal vez a la aceleración de sus cocinas no se mantiene en la cigala de tronco a la plancha, asada a la unilateral, que llega a la mesa ligeramente pasada de punto. 

1.- Ensaladilla de quisquillas. 2.- Sopa de pan con pez San Pedro. 3.- Cigala de tronco a la plancha.

En conjunto, un balance positivo que alcanza al momento dulce. Apartado con notables inquietudes ilustrado con versiones de tartas clásicas y dulces conocidos. Magnifica la tarta helada al whisky Talisker a pesar de que la potencia del prestigioso destilado apaga en parte los sabores del resto, y muy golosa su versión del banoffee algo sobrado de merengue. Desmerece el pan, pero la bodega y el café mantienen el pulso. 

1.- Tarta helada al whisky Talisker. 2.- Banoffee

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