Una casa de comida moderna, al estilo de los bistró parisinos, donde uno quisiera poder comer cada día. Cocina de mercado, sencilla pero muy bien elaborada con producto escogido de rigurosa temporada.

DIRECCIÓN: Conde Xiquena, 8 Madrid (COMUNIDAD DE MADRID) .ESPAÑA

CONTACTO: 915 31 31 49


TIPO DE COCINA: Tradicional actualizada

DÍAS DE CIERRE:Lunes comida, Lunes cena, Domingo cena


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COCINERO Carlos Torres

JEFE DE SALA Elisa Rodríguez


APROPIADO PARA: Para ir en pareja, Con amigos, Urbano

TIPO DE DECORACIÓN: Clásica



Julia Pérez Lozano
Licenciada en Ciencias de la Información por la UCM. Especialista en gastronomía. Autora de numerosos libros y guías. Trabaja con lo que más le gusta: las palabras y los alimentos.
VALORACIÓN 7.5/10

En el cotizado barrio de Justicia, La Buena Vida (Madrid) es  ese restaurante informal,  que todos quisiéramos tener en el barrio, para bajar a comer a diario sin preocuparte,  sin tener que pensar, con la seguridad de que todo es rico y sano.

Cómo es

La Buena Vida (Madrid) recuerda a algunos bistró de barrio de París. Un poco lánguido, algo tristón. La iluminación no acompaña (con un cambio de luces la sensación cambiaría por completo). Tiene ese punto melancólico que engancha o espanta. Decoración austera, quizá demasiado, en consonancia con la personalidad de los propietarios. Aquí el presupuesto se gasta en producto, no en decoración ni campañas de comunicación.

Al mediodía hay que pedir las mesas junto a la ventana. A la hora de la cena da un poco igual donde te sienten. El local es estrecho y todo está un poco amontonado, pero cuando los platos llegan a la mesa, se olvida todo.

 

Qué se come

Cocina de mercado, cien por cien de rigurosa temporada, elaborada con productos super escogidos, que no necesitan literatura, hablan sobre el plato. Recetas clásicas españolas o foráneas, actualizadas lo justo (menos grasa, menos cocción, menos sal).

Sopa de pescado

Carlos Torres y Elisa Rodríguez, los propietarios de La Buena Vida (Madrid) trabajaban en el sector financiero, un día decidieron cerrar el ordenador y abrir los fogones para intentar hacer todo aquello que habían comido  – y les había gustado- en sus comidas de trabajo durante su carrera de ejecutivos.

 

Espardeñas a la plancha

 

Elisa se ocupa de la sala y Carlos cocina con dos sartenes y un cazo, en un espacio diminuto. Por sus manos pasa todo. Hace la compra cada día, limpia el pescado, prepara los fondos, las salsas, los guisos, los postres y hasta el pan, que no está mal, sobre todo el tostado que sirven en rebanadas hiperfinas con la tapenade y el tomate rallado que ponen de aperitivo. Hasta las patatas chips se preparan en casa.

Patatas fritas caseras

Trata con mimo las verduras: guisantes lágrima, alcachofas, espárragos, habas, cardo, espinacas, vainas de judías verdes, tirabeques… Midiendo al milímetro la cocción y agregando algún jugo o viruta de jamón.

Panaché de verduras

Guisantes lágrima con huevo

 

Alcachofas guisadas con tripas de bacalao

También la caza y las setas en otoño. Borda la raya, las cocochas, las patatas a la importancia y los calamares en su tinta: no se puede parar de mojar pan en su salsa.

Patatas a la importancia

 

Cocochas en salsa verde con patatas

 

Calamares en su tinta con arroz blanco y picatostes de pan

 

Mero con tirabeques

Cuando eres cliente no te dan la carta, Carlos o Elisa te cuentan lo que hay e inmediatamente la boca se te hace agua y no sabes qué elegir. Todo está bueno, realmente sabroso y bien cocinado. Desde que abrieron hace más de 15 años la progresión de Carlos ha sido constante, ahora vive un momento dulce y no defrauda. La Buena Vida es ese lugar al que los del barrio querrían bajar a comer todos los días en lugar de comer en casa.

Incluso el capítulo dulce mantiene el nivel: solo por tomar la tarta tatin de manzana se puede reservar mesa. También está rica la tarta de queso, no tan fluida como las que ahora arrasan.

Tarta de queso

Qué se bebe

Elisa se ocupa de una bodega personalísima en la que los champanes, los vinos franceses y los de Jerez tiene un lugar destacado. Bodegas poco conocidas, referencias nada trilladas a unos precios ajustados, lo que no quiere decir que sean baratos, la mayoría son vinos de enorme calidad.

Cuánto cuesta

Entre 40 y 80 euros, en función de lo que se elija. No es barato, tampoco caro: cuesta lo que vale. Quien va al mercado sabe el precio del rodaballo salvaje, los guisantes lágrima, la Tuber melanosporum  o el calamar de potera. La calidad se paga.

Con quien ir

Ideal si tienes que invitar a los jefes o a los padres de tu novio (o de tu novia), causarás una magnífica impresión. También está bien para una cita romántica. Y, por su puesto, para ir con amigos, a los que les interesa la buena comida –y la buena vida- lo pasarán en grande.

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