Krug, el champagne que crea vínculos
Hablamos con Olivier Krug, sobre la filosofía de la marca y los retos del futuro.
Fundada en 1843, la firma francesa arrancó el año 2025 con la inauguración de sus nuevas instalaciones, la edición de su emblemático Grande Cuvée y un nuevo champagne Rosé. La presentación de los últimos cuvées en España se hizo en los preciosos jardines de La Finca Ana María, en el Marbella Club Hotel, coincidiendo con la edición de un nuevo capítulo de Krug in the Kitchen la iniciativa enogastronómica que cada año pone en foco un producto, con un amplio recetario y propuestas de maridaje concebidos en colaboración con los chefs que Krug selecciona como «embajadores» de la marca en el mundo. Olivier Krug ejerció como anfitrión. Allí tuvo lugar esta entrevista.
¿Cuál ha sido la mayor inspiración para mantener la tradición y la calidad de Krug?
Creo que todo se basa en la visión muy sólida de mi tatarabuelo, porque él sabía exactamente lo que quería lograr y lo que quería ofrecer. Hoy en día nos mantenemos fieles a su visión. Así que cuando vamos a Krug por la mañana, ya seas Olivier Krug, Julie Cavil, la jefa de bodega, o estés simplemente girando botellas en la bodega, sabes hacia dónde vas: cada año queremos ofrecer la expresión más generosa del champagne. Aunque el viento cambie, nosotros sabemos que seguimos yendo en una dirección.

Olivier Krug
¿Cómo describirías la filosofía de Krug?
Como te decía, cada año estamos obligados a ofrecer la expresión más generosa del champagne. Tienes que ponerte en una posición en la que cada año, pase lo que pase con el clima, tengas disponibles suficientes ingredientes. Cada año es un nuevo desafío porque hay años buenos y menos buenos. Y dentro de los buenos, hay años que son extremadamente potentes y otros muy delicados. Así que incluso en un buen año no lo tienes todo. Por eso, tienes que asegurarte de guardar cada año una buena parte como reserva, una biblioteca de ingredientes, como nosotros lo llamamos.
Cada año, pase lo que pase, tomamos del año los ingredientes que necesitamos y lo que falta, lo encontramos en el pasado. Esa es la filosofía Krug. Hoy, por ejemplo, vamos a revelar una nueva edición de Krug Grande Cuvée. Fue creada después del año 2017, y 2017 tenía cualidades y debilidades, y lo que faltaba lo obtuvimos de 11 años anteriores. Hay ingredientes hasta del año 2000. Luego está la pericia del ensamblaje, eso tiene magia.
¿En Krug es importante el equipo, confiar en personas que trabajen con esta filosofía?
Sí. Sí, es esta idea de transmisión. Hay personas con más de 30 años de experiencia y otras a las que contratamos, y ojalá algún día algunas de ellas tengan 30 años con nosotros. Y todos trabajan juntos. Uno de los mejores ejemplos fue hace cinco años, cuando Eric Lebel -el anterior maestro de bodega- decidió dar un paso atrás y decirle a Julie: “Ahora estás lista para ser la maestra de bodega, puedes tomar el relevo”. Pero Eric todavía está ahí, no se fue, le dio el testigo y siguió con ella. Eso es bonito. Es hermoso decir: “Ve, y yo estaré aquí, sí, observando”. Ahora, Julie tiene personas que se unieron a su equipo hace 10 o 15 años, que ya se están preparando.
¿A qué desafíos se ha enfrentado Krug en el mercado internacional?
El mercado del champagne es pequeño dentro del mercado del vino. Creo que representa menos del 1% del total. Y Krug, dentro del mercado del champán, es pequeñísimo, quizás una botella de cada 600. Así que Krug no se enfoca realmente en cuota de mercado, etc. Krug siempre ha sido una Maison muy internacional. Nuestro mercado más grande es Japón. Otros mercados importantes son EE. UU., Italia, Inglaterra, Francia y Hong Kong. Y cuando la economía no está bien en algunos lugares, nos alegra ver que España dice: “¡Estoy aquí!” (risas) y comienzan a aumentar las ventas. España lo está haciendo muy bien.
¿Es fácil crear conexiones a través de una marca como Krug?
Lo que es muy importante es hablarles a las nuevas generaciones, eso significa prepararse para el siguiente paso. Yo siempre he estado obsesionado con hablar con la gente joven. Hay que asegurarse de que nuestro champán sea accesible y generoso, no solo en sabor, sino también en la forma en que comunicamos.
Por eso confiamos mucho en los Krug Ambassade y los amantes de Krug. Tenemos Krug Ambassade desde hace 10 años. La primera Ambassade en España estuvo en aquel precioso Calima de Dani García, todo era elegante. Hoy España es uno de los mercados que mejor está funcionando en el mundo. El grupo de Dani García sigue siendo embajador, lo mismo que Carlos Bosch en El Portal de Alicante, Andreu Genestra en Mallorca o Roostiq en Madrid.

Embajadores de Krug durante el almuerzo en la Finca Ana María del Marbella Club
Hace 10 años creamos el Krug ID, que permite escanear cada botella y conocer su historia. Tratamos de mantener esa conexión. Por ejemplo, el programa que hacemos de cocina con un solo ingrediente, Krug Kitchen es una forma de conectar con más personas. Este año le ha tocado el turno a la zanahoria, pero antes fueron las cebollas y otras hortalizas. Verduras humildes que se subliman junto a una bebida como el champán.
¿Cómo entienden los jóvenes el champagne?
Creo que actualmente hay una gran tendencia hacia los orígenes, las raíces, la sostenibilidad, la autenticidad…Y el champán no es solo fiesta y grandes nombres.
El champán es vino, no lo olvidemos. Lleva muchos años producir una botella de champán. Crear una botella de Krug lleva más de 20 años. Krug es un champán para los interesados en el artesanía y creo que hay jóvenes que tienen ese interés.
Entonces, ¿cree que hay jóvenes que no están interesados en las fiestas de champán en las piscinas?
Quiero creer que sí. Aunque no estoy seguro. Creo que hay un poco de todo (risas). Pero cuando se trata de Krug, se trata más de la artesanía, del talento, de la experimentación. Krug es un vino muy complejo de crear, no es una fórmula fija. Todo se basa en el trabajo en equipo de Julie Cavile y en mucha experimentación. Cuando lo piensas, una botella de Krug se elabora a partir de 300 parcelas diferentes, y tenemos 150 vinos de reserva, todos estos elementos hay que mezclarlos y equilibrarlos.
Es un proceso de cata muy largo.
¿Cuál es la relación de Krug con los viticultores?
La relación con los viticultores es fundamental. No son grandes explotaciones. A menudo son familias con pequeñas parcelas y dicen: “Olivier, tengo 5 parcelas, pero solo entregaré 2 a Krug, ¿cuáles vemos?”. Así que tenemos esta conexión. En Krug, como ve, siempre tratamos de establecer conexiones (risas) con los consumidores, con los viticultores… Tejemos redes.
¿Y cuál es la conexión de Krug con la gastronomía?
Mi padre y mi tío, hace más de 50 años, empezaron a trabajar con chefs para experimentar. En esa época no se combinaba champagne con comida. Y Krug empezó a hacerlo 30 años antes que cualquier otra maison. Así que tenemos esta conexión muy fuerte con los cocinero. Y es interesante porque muchos chefs me han dicho: “Cuando era joven, me estaba formando en tal o cual restaurante, y cuando veía a mi jefe celebrando o hablando de champán, siempre era Krug”. Creo que cada generación de grandes chefs durante los últimos 50 años ha aprendido sobre Krug desde sus comienzos. Entre los rostros de Krug, tenemos a chefs muy famosos con estrellas Michelin, pero también a jóvenes chefs muy inesperados. Por ejemplo, en Francia, Arnaud Donckele: lo conocí hace más de 25 años, y no tenía ninguna estrella. Estaba en las afueras de mi ciudad, y le encantaba Krug. Lo apoyé. Ahora tiene 3 estrellas Michelin en Cheval Blanc París.
Creo que la generación más joven -aunque no sean cocineros- también está muy interesada en la gastronomía. Porque les interesa el origen del ingrediente y del producto. Algunos son más intelectuales y tienen sus propias opiniones, otros no tanto. Pero creo que en general les gusta comer bien. Además, les gusta la fusión, la cocina oriental, la cocina árabe… Les gustan muchos tipos de cocinas y el champán combina muy bien con todas ellas.

Nahuel Eduardo Pazos, cocinero e investigador, durante la sesión Krug Kitchen celebrada en Marbella Club
Especialmente el Grande Cuvée, es muy versátil.
Exacto, va muy bien con cualquier comida. Y esa es una excelente forma de acercarse a a los más jóvenes. Los de más edad ya nos conocen, saben qué es Krug y qué significa, el reto es ganarse a los jóvenes. Pero, no se trata solo de la comida, cuando tienes una botella de Krug, la mayoría de la gente piensa primero: “¿Con quién la voy a compartir?” más que “¿Con qué plato la combinaré?”. El plato vendrá como un bonus, pero no es el objetivo. El objetivo es: tengo una botella de Krug o algunas botellas, y voy a compartirlas con mi mejor amigo o amiga. Aunque no sepa nada de vinos. No importa. Es mi mejor amigo y quiero compartir… De nuevo las conexiones ¿ve?

Al final Krug lo conecta todo, las personas, la gastronomía, los lugares especiales…
Claro, y por eso, no voy a servir Krug en una copa cualquiera, ni en un lugar inadecuado. Tendré una copa adecuada, el champán estará bien frío, y probablemente me aseguraré de que haya comida sobre la mesa. Porque cuando tienes una buena copa de vino, siempre hay comida. Y si a mi amigo le encanta el jamón de Jabugo, tendré Jabugo. Si le gusta experimentar, prepararé un plato que lo sorprenda. Krug lleva muchos años trabajando con chefs para lograr platos con ingredientes inesperados. Buscamos que esos platos realcen la experiencia que supone beber una copa de chmapán Krug. Tiene que ser un momento lúdico. Krug es generosidad, es compartir, es crear vínculos que perduran a lo largo del tiempo.
Entonces, quien bebe Krug ¿no trata demostrar estatus?
Exactamente. No se trata de estatus. Se trata de la capacidad de conectar. Claro que el precio es más alto que el de una botella clásica. Por eso promovemos mucho la idea de servir champagne Krug por copa. Normalmente el champán por copa es el de la casa.
Pero si sirves una copa de Krug, vas a tentar a la gente.
¿Y cuál es su Krug favorito?
Es como mis hijos: no puedo elegir uno favorito. Pero me encanta el Krug Grande Cuvée, porque hay una nueva edición cada año.
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