Un grupo de emprendedores españoles en el punto de mira de la UE. Proponen aplicar la inteligencia artificial para cambiar el modelo agrícola y evitar el desperdicio alimentario.


Plant on demand (POD), o dicho en español «plantar bajo demanda» ¿Es eso posible? ¿Sería la solución a despilfarro alimentario? ¿A los camiones de tomates volcados en las carreteras cada verano? ¿Procuraría un precio justo a los agricultores y productos de calidad al consumidor? ¿Mejoraría estado de los suelos? ¿Nos haría más productivos? ¿Más sostenibles? ¿Más solidarios? Y si todo esto es posible ¿por qué no se hace?

 

De Andalucía a Finlandia

Estas mismas preguntas que yo lanzo aquí son las que se hicieron hace cuatro años un grupo de amigos sensibilizados con el problema medioambiental y familiarizados con la innovación y la tecnología, mientras estudiaban en una universidad Finlandesa, a miles de kilómetros de Granada, de donde proceden la mayoría de ellos.

Un puñado de frikis, colgados de sus portátiles y conectados con el universo. No habían cumplido los treinta años y, como tantos otros, pensaron que eran capaces de cambiar el mundo… Solo que ellos se dejaron de sueños y pasaron a la acción.

Entre risas y discusiones, visiones utópicas y descargas de realidad nació POD: Plant on demand. Una plataforma española que ha llamado la atención de las instituciones de la UE para el desarrollo tecnológico. Una start-ups que pretende conectar a los agricultores para conocer cuales son las necesidades reales de producto y cómo gestionarlas.

 

¿Tenéis en vuestra mano cambiar la realidad agrícola de España?

Eso nos gustaría, pero dicho así suena una poco fuerte, hasta pretencioso. Pero es cierto que la tecnología nos permite hacer muchas cosas que hasta ahora eran impensables. En eso llevamos trabajando todos estos años, explica Alejandro Woneburger, CEO de Plant on demand. Nuestro proyecto se sustenta en cuatro patas: tecnología, escala (trabajar con muchos agricultores pequeños), sentido colaborativo de la sociedad y respeto por la naturaleza.

 

¿Qué significa plantar bajo demanda?

Significa plantar lo que se consume, para evitar el desperdicio alimentario, pero también hacerlo de una forma inteligente, con mucha información, para lograr que los cultivos devuelvan a la tierra lo que la tierra les da y no generar suelos muertos.

Para eso es preciso tener una cantidad de datos ingente (Big Data). En el sistema de producción actual esos datos son analógicos, se encuentran en cuadernos de pequeños productores. No hay ninguna base de datos en la que se pueda encontrar, qué cultivos hay, en qué cantidades, cual es la rotación, cual es la demanda, cual es el ph de la tierra, su evolución… Eso es lo que el Gobierno debería hacer si realmente se preocupara por la sostenibilidad, si fuéramos una sociedad consciente.

Por su situación geográfica, España es la huerta de Europa, somos uno de los países con mayor productividad agrícola del mundo, qué menos que intentar tener los datos y ponerlos en orden, aunque solo fuera por impulsar la competitividad que es lo que mueve el sistema capitalista. Los grandes agricultores sí que tienen estos datos porque ellos están digitalizados, trabajan con sistemas de gestión, de agricultura de precisión. Son los únicos que se lo pueden permitir. Pero la riqueza, el patrimonio productivo está en las producciones más pequeñas.

 

¿Sin datos de productores no hay proyecto?

Claro, pero no podemos llamar a la puerta y pedirles los datos, así, sin más. Por eso entendimos que debíamos crear algo que ayudar a los productores en su tarea. Que nuestra investigación revirtiera en la mejora de sus negocios. Ellos necesitan resolver problemas en el corto plazo y nosotros necesitamos recoger datos.

Vimos que los productores tenían dificultades en la venta, problemas para llegar al consumidor, problemas de marketing, de gestión. La gestión de los pedidos a través de los Excel que les llegan de los clientes le impide dedicarse al campo y eso se puede optimizar con tecnología. Eso es lo que hace POD en esta primera fase. Ahora mismo tenemos 10 usuarios (agricultores, ganaderos, mieleros y cuatro comercios locales de Granada) Nuestro objetivo es tener 30 asociados antes del 30 de julio y para eso estamos trabajando, porque eso dará credibilidad al proyecto ante la UE.

El proyecto POD es tan ambicioso e innovador que la rama de alimentación del EIT (European Institute of Technology) le ha echado el ojo. La sede de EIT Food para el Sur de Europa está compartida entre Vizcaya y Madrid. Se encargan de tutelar las ‘start-ups’, promover campus donde los emprendedores se encuentran y comparten y desarrollar programas de formación para ellos. POD fue seleccionado para el Seedbed por el plan de acción presentado, pero también por compartir a lo largo del campamento entusiasmo, motivación, trabajo, información, ganas de aprender y compartir. Pero sobretodo porque lo consideran un proyecto con capacidad de crear un impacto positivo en el sistema alimentario y en la sociedad.

También están seleccionados para los premios de innovación de la UE, fueron finalistas de los Premios MAD, y ganadores de la II edición de Future Cities de la fundación Ashoka. Y son finalistas  del  AWS Startup Architecture of the Year – Iberia,  un proceso que terminará en septiembre y en el que participan siete empresas con interesantísimos proyectos de innovación tecnológica.

 

¿Y todo esto lo hacéis entre cuatro amigos?

Bueno somos unos pocos más, ocho. Y no está bien que yo lo diga, pero tenemos unos currículos bastante potentes. Yo soy especialista en negocio, pero el resto son todos ingenieros. Los techs (Sergi, Parody, Uli y Toni) son unos artesanos del software y unos artistazos. Han currado en innovar hasta en nuestra arquitectura, que es nuestro mayor recurso de propiedad intelectual.  Natalia Valle es especialista en producto, ella es la que sabe cómo facilitar la vida a los productores. Cada uno tenemos nuestra especialidad y nos complementamos muy bien. Esa es nuestra filosofía para todo: cooperar en lugar de competir. Somos un proyecto autogestionado, dentro del marco de valores de la cooperativa integral, la economía social y solidaria, la agroecología y el consumo responsable; también en defensa de los DESC (derechos económicos, sociales y culturales).

 

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Antonio Tripiana, Natalia Valle, Petros Kartsimadakis, Santiago Corral, Sergi Roca, Ulises Vidal, Alejandro Wonenburger y Antonio Parody

 

¿Qué dais al agricultor que no le dan otros consultores?

Nosotros le damos la facilidad de beneficiarse de nuestro sistema. La posibilidad de lanzar una web de su huerta, ganadería o negocio en un día. A esa página le conectamos un sistema de venta online en una hora, que no es una tienda online pero permite pagos con tarjeta, bizzum, efectivo, transferencia. No necesitan subir fotos, porque tenemos un sistema de asignación automática de imágenes a los productos. Pueden hacer una segmentación de clientes, para hacer ofertas distintas a consumidores diferentes (restauración, particulares, colegios…)

Toda la parte de gestión está en la plataforma: albaranes, pedidos, etc. Nuestro sistema permite cobrar al gramo. En los pedidos con tarjeta de crédito se hace una congelación hasta que el agricultor de el ok y se retiene un margen extra para ajustar. Todo está hecho pensando en ellos, en los productores. Ofrecemos una asesoría personalizada de desarrollo de software consciente. Llevamos a cabo una inmersión profunda en la operativa del proyecto para generar soluciones eficaces y adaptadas a la realidad de cada productor.

 

¿Habláis de regiones productivas y el  kilómetro cero dónde queda?

El kilómetro cero es una utopía. En realidad, significa que haya una huerta en tu vecindario que te pueda proveer de alimentos durante todo el año. Eso en la mayoría de las zonas no es posible. Ahí surge el concepto de región productiva. España es un pedazo de tierra muy fértil, y como tal hay que tratarlo. Hay que mejorar lo de todos, no solo una zona. No tiene sentido que plantemos en Huelva productos que se dan mejor en Lérida y al revés. Que Huelva se especialice en unos productos y Lérida en otros.

Pero eso solo es posible desde la colaboración, no desde la competencia, por eso es necesario un cambio de paradigma y para ello hacen falta datos de producción y de consumo. Si todos los agricultores en un radio de 100 km o de 1000 km tienen la misma información se puede lograr que no compitan, sino que colaboren y se coordinen, que hagan rotaciones coordinadas.

El tema del comercio de la UE no se establece en base a unas reglas naturales, sino políticas y económicas. La tecnología puede ayudar en esto. No tiene sentido producir tomates en invernaderos en el norte de Europa. Allí que planten alcachofas. Hay que tratar de dar coherencia a la agricultura y los datos son una magnífica herramienta.

 

¿Eso es aplicar la inteligencia artificial al campo?

Justo. No se trata de que vengan los robots a cosechar. Inteligencia artificial es un cálculo de múltiples variables, y eso es lo que queremos hacer. A través de ella se puede revertir la nitrificación y conseguir suelos más fértiles. Por ejemplo, si un ingeniero agrónomo mide el ph del suelo de una finca, si tenemos modelos de predicción de climatología, sabemos cual es la orografía, tenemos el conocimiento del agricultor, etc. se pueden hacer patrones que digan lo que tienen que plantar por temporada y al cabo de tres años la capacidad productiva va a aumentar. Este patrón determina lo que hay que plantar, cuándo, cómo y cómo se regenerará el suelo. Satisfaces la demanda local y mejoras el suelo.

 

¿Cuál es el talón de Aquiles de esta Arcadia postmoderna?

El punto de fricción más complejo es que la gente tiene que acostumbrarse a comer de temporada. La gente de mi generación no sabe qué fruta y qué verdura son de temporada. Tu le dices a alguien que se ha independizado que en noviembre no puede hacer salmorejo y les has hundido. Nos hemos acostumbrado a tener de todo, todo el año, ese es el mayor enemigo. No es un patrón de consumo, es un patrón psicológico contra el que es muy difícil luchar. El ser humano del siglo XXI está acostumbrado a la inmediatez y a que todo es posible. Todo y ahora.  Eso no puede ser, tenemos que ser consumidores conscientes.

 

¿Y la logística?

Es un tema complicado, pero hay muchas posibilidades tecnológicas. Se necesitaría una start-ups solo de logística con los mismos valores que nosotros. El problema es que el transportista tiene que ser consciente de que está trabajando con un producto vivo. Los agentes no tienen ese nivel de consciencia. Correos debería dejarse de competir con los Marketplace y hacer logística de calidad porque lo suyo son los envíos, no el comercio. Que se dejen de vender productos y vendan transporte de calidad.

www.plantondemand.com

Julia Pérez Lozano

Julia Pérez Lozano

Licenciada en Ciencias de la Información por la UCM. Especialista en gastronomía. Autora de numerosos libros y guías. Trabaja con lo que más le gusta: las palabras y los alimentos.

7 Comments

  1. Emma el 21 julio, 2020 a las 12:24

    «NO SABIAN QUE ERA IMPOSIBLE, ASI QUE LO HICIERON» Mark Twain.
    Animo y adelante!

  2. M. Lut el 27 junio, 2020 a las 20:11

    Necesitamos imaginación, inteligencia, tecnología y ética. POD está en esa línea.

  3. Maraceno el 17 junio, 2020 a las 12:33

    Está claro que los pequeños agricultores deben utilizar las herramientas necesarias para poder competir con las grandes distribuidoras.
    Cada vez se tiende a consumir productos locales.
    Enhorabuena por la iniciativa

  4. Amesa el 17 junio, 2020 a las 10:16

    Genial!!!!!

  5. Joaquín de la Fuente el 17 junio, 2020 a las 10:00

    Parece muy interesante, pero también trasmite que la gran distribución, va a tener al pequeño agricultor cogido por las asaduras.
    Nota: no soy agricultor, procedo de distribución en alimentación y otros.

    • Elena Bonet el 21 julio, 2020 a las 14:33

      Muy interesante

    • Violeta Atienza el 21 julio, 2020 a las 14:39

      Fabuloso!!!

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