Remírez de Ganuza 2013, el genio blanco de la botella

Quizás no sea ciertamente un genio, pero es justo reconocer que hay mucho de genialidad en la persona de Fernando Remírez de Ganuza.

Viticultor atípico donde los haya, fue negociante de viñas antes de devenir bodeguero, lo que sin duda le otorga ventajas respecto a la competencia a la hora de hacerse con las mejores parcelas en el entorno de la Rioja alavesa.

Pulcro hasta el extremo, Remírez destaca también por mantener sus instalaciones en Samaniego más limpias que un quirófano (dice mi colega Mikel Zeberio que se puede pasar la lengua por los suelos de la bodega sin temor a encontrar tropezones).

Aunque seguramente el rasgo más característico de Fernando Remírez de Ganuza es su capacidad para pergeñar métodos y artilugios jamás vistos en el mundo del vino: selección meticulosa de las uvas de los hombros de los racimos –que se vinifican por separado porque tienen una mayor exposición al sol que el resto de los granos–, depósitos de fermentación con formas estrambóticas, suaves prensados con bolsas rellenas de agua… En fin, puro ingenio aplicado al vino.

Gracias a su peculiar manera de entender su oficio, Remírez de Ganuza ha dado a luz, en sus 25 años de trayectoria, grandísimos tintos (RdG Gran Reserva, el suculento Trasnocho, el insólito Viña Coqueta, el emocionante María…), con los que se ha hecho un lugar en el Olimpo de la contemporaneidad riojana. Y también ha conocido la gloria, cuando la añada 2004 de su Gran Reserva fue bendecido con los míticos 100 puntos Parker.

Con tanto tinto celebérrimo, los blancos de don Fernando han pasado hasta ahora casi desapercibidos. Aunque me atrevo a vaticinar que de aquí en más ya no será así, puesto que la bodega acaba de dar un vuelco a su historia blanca: el modesto Erre Punto –único vino blanco de la casa– ha pasado a mejor vida, para dejar su sitio al señorial Remírez de Ganuza Blanco, fermentado en barrica, que por fin se ha presentado en sociedad.

La añada elegida para este estreno tan esperado, 2013, muestra las maneras de un vino llamado a situarse en la elite de los blancos riojanos: fiel a su origen –está elaborado exclusivamente con variedades locales: viura, malvasía y garnacha blanca–, aúna complejidad, finura y clase para madurar con nobleza en la botella, durante largos años.

No podía ser menos, tratándose de un vino del Ingenioso Hombre de Samaniego

Federico Oldenburg

Periodista especializado en vinos y destilados, colaborador de numerosos medios internacionales y jurado de los más prestigiosos certámenes vinícolas.

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