San Cucufate Monasterio 2016, finura borgoñona en el Duero

Entre todos los proyectos que han asomado recientemente al ya poblado panorama vinícola de la D.O. Ribera del Duero, uno de los más interesantes es el que está protagonizando el empresario Antonio Vázquez Muñoz-Calero en la finca San Cobate.

Como los grandes viñedos del mundo, este también tiene orígenes monacales. Situando en el triángulo de oro que forman las localidades de Gumiel de Mercado, La Horra y La Aguilera, San Cobate ocupa las tierras de cultivo que en el siglo XI trabajaban los monjes benedictinos del monasterio del mismo nombre, que allí cultivaron, amén de su propia huerta, plantas aromáticas, árboles frutales y viñedos. Posteriormente, cuando los monjes decidieron trasladarse a Santo Domingo de Silos, en torno a San Cobate fue asentándose una pequeña población que acabó constituyendo la villa de Monzón, cuya actual ermita –que preside la entrada de la finca– fue construida con las piedras del monasterio abandonado.

Vinos de calidad

En cualquier caso, se trata de una finca privilegiada para la elaboración de vinos de calidad, con parcelas de viñedo bendecidas por una extraordinaria diversidad de suelos y diferentes orientaciones. La superficie total es de 80 hectáreas de viñedo, con una media de 40 años, a una altitud media de 850 metros sobre el nivel del mar. En la parte más baja predominan los suelos arcillo-limosos, con un poco de arena, lo que favorece la expresión de tempranillos –o tinta del país, como se conoce a la uva en esta comarca– de aromas muy limpios y varietales. A medida que se va ascendiendo a alturas más elevadas, la proporción de caliza se va haciendo superior, hasta llegar a la parte más alta, donde la composición de suelos integra caliza, turba y arena, lo que determina unos vinos más complejos, finos y longevos.

El proyecto liderado desde 2016 por Antonio Vázquez en estas tierras ha puesto en foco la riqueza de este viñedo, calificando la finca en cuatro parcelas muy diferenciadas y creando bancales de plantas que bien pueden recordar al Douro portugués.

En cuanto a la vinificación y crianza, el proyecto de San Cobate destaca por el discreto uso de la madera, otorgando el protagonismo a la fruta en los vinos de la bodega.

En esta clave está elaborado San Cucufate Monasterio 2016, el primer vino de finca de esta joven aventura, obtenido de la fruta recogida en la parcela Monasterio, situada a 870 metros de altitud y con suelos arcillo-calcáreos muy pobres, por la erosión de la pendiente. Con una orientación privilegiada, las cepas han tenido una maduración perfecta antes de iniciar la meticulosa selección y la vinificación (con un 15% de los racimos enteros) en depósitos de cemento. La crianza tuvo lugar en barricas borgoñas (228 litros) y grandes tinos de madera, de varios usos, de tal modo que la madera no eclipse la bellísima expresión frutal de este vino único, que seduce con un perfil fino y exótico, muy diferenciado en el contexto de la Ribera del Duero –diríase que se trata de un Duero muy borgoñón–, complejo, maduro y especiado, con un paladar sutil y sedoso, de gran persistencia.

Conviene quedarse con este nombre raro y cacofónico, porque presenta un vino llamado a dar mucho placer a aquellas pituitarias que buscan finura también en el Duero.

Federico Oldenburg

Periodista especializado en vinos y destilados, colaborador de numerosos medios internacionales y jurado de los más prestigiosos certámenes vinícolas.

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