Valladolid tiene fama de buen lechazo, grandes vinos y tapas creativas. Este es un recorrido por la ciudad para descubrir las mejores.


En Valladolid no son de tapas gratis como en Granada o León, pero desde hace unos años, los hosteleros locales están apostando por la cocina creativa en miniatura. Esa que propicia el ir de bar en bar, para tomar un Rueda o un Ribera del Duero en cada esquina. Por algo aquí se celebra el Concurso Nacional de Pinchos y Tapas Ciudad de Valladolid y el Campeonato Mundial de Tapas anualmente. Hemos seleccionado esas barras vallisoletanas que merecen una escapada a la meseta, porque se nos ocurren pocos planes mejores para este otoño que ir de pinchos por Valladolid, una ciudad que va ganando peso gastronómico. ¿Vienes?

 

Jero: suculencias sobre pan

Calle Correos, 11. 

Primera parada imprescindible de nuestra ruta por la capital del Pisuerga, que comienza en los aledaños de la Plaza Mayor. Aunque aquí los llaman canapés, el nombre es lo de menos: tienen una barra abarrotada de suculentos pinchos y camareros eficientes, que te recitan tan deprisa lo que lleva cada creación que acabas pidiendo una pizarra con muchos (buena elección). Y un verdejo, claro. Si dudas, prueba sus dos grandes éxitos: el Angelillo (mousse de foie con pistachos y confitura de limón) y el Zapatero (salmón con mousse de foie, gamba y ventresca). Sí, aquí triunfa el foie, aunque otros de nuestros favoritos son el Messi o el Galáctico, que no lo llevan. Lo de elegir nombres es otra de sus especialidades.

 

 

Villaparamesa: tradición y modernidad

Plaza Martí y Monsó, 4. 

Desde que han cambiado de local (ahora en un cálido y amplio espacio en la Plaza Martí y Monsó -o Plaza de Coca para los pucelanos-), nos gusta aún más si cabe. Siguen teniendo tapas que ya los identifican, como la de Socarrat con gambas, el Camarón mexicano (tartar de carabinero con lima y guacamole sobre pan de ajo) o Los 3 cerditos (un lingote de cochinillo con ajo blanco, pibil y ponzu). Te pueden servir para abrir boca, porque su carta de restaurante es de lo más apetecible de la ciudad. Y no son tapa como tal, pero nuestro truco después de recorrer varios varios bares de tapa en tapa es terminar en Villaparamesa, siempre con sus Ferreros de chocolate, naranja, turrón y yogur en polvo. Los bocados dulces también son lo suyo.

 

Los Zagales: el reino del trampantojo

Calle Pasión, 13. 

Uno de los clásicos. Lo que empezó como un restaurante tradicional y familiar en 1996, de platos de cuchara y menú del día, ahora es (también) una de las principales barras de Valladolid. “Un 50% de nuestro negocio son los pinchos. Tenemos tanta afluencia de gente que hemos quitado salones del comedor y se los hemos dado a la barra”. Nos lo cuenta Antonio González, chef y propietario de Los Zagales. 

Sus reclamos son el famoso Obama en la Casa Blanca (Pincho de Oro Ciudad de Valladolid 2009 y Premio «Tierra de sabor» en el V Concurso Nacional de Tapas 2009) o el icónico y originalísimo Tigretostón, del que venden 60.000 unidades al año (Ganador del VI Concurso nacional de Tapas y Pinchos 2010). También tienen divertidos trampantojos, como su Puro de sardina (Ganador 2º premio XI Concurso nacional de Tapas y Pinchos 2015). El último en llegar ha sido La velada perfecta (Pincho de Oro del Concurso Provincial de Pinchos de Valladolid en 2020), que es otro juego de los suyos, en forma de vela encendida en un candelabro. “Utilizamos pollo de corral kilómetro 0, guisado en pepitoria, y lo convertimos en un cilindro que se congela, se corta y se baña en chocolate blanco con cera de abeja comestible. Y lleva una tortilla mexicana frita que se enciende a modo de mecha. Le pedimos al cliente que sople, que pida un deseo y que se lo coma”. En Los Zagales solo tienen pinchos premiados: la suya es una barra ganadora que siempre está en boca de todos.

 

El Corcho: las mejores croquetas

C. Correos, 2. 

Aquí se viene a comer su croqueta de jamón. O croquetas, en plural. Si eres de los que innovan, no tienes mucha elección, porque solo el Viernes Santo las hacen de bacalao. El Corcho abrió en 1989, pero llevan haciendo sus croquetas casi 30 años, desde el 93. Todo surgió porque Chema, su propietario, no sabía qué hacer con las puntas de jamón que le sobraban. Cocina de aprovechamiento en forma de croqueta. “Antes las regalábamos tipo tapa hasta que empezaron a convertirse en nuestro principal atractivo”, nos cuentan. Una vez probadas podrás posicionarte en el bando de los vallisoletanos de la croqueta del Ceyjo o la de El Corcho (es uno de los debates más típicos) y después, pedir la tajada de bacalao, las banderillas caseras, la morcilla de Cigales, la tostada de gambas, los torreznos o las rabas. 

 

Ceyjo: croquetas de huevo y torreznos

Calle de los Molinos, 3.

El templo pucelano de las croquetas de huevo. “Son las que más vendemos, las de toda la vida”, nos cuentan. Su barra es un trasiego constante de clientes que casi siempre vienen atraídos por ellas, aunque en el Ceyjo también triunfan sus torreznos. 

 

TrasTO: sabores del mundo

Calle Menéndez Pelayo esquina a calle. Sta. María.

Es una de las propuestas más modernas y frescas de una ciudad en la que la novedad se agradece. En la carta de TrasTO encontramos tapas “Para comer con las manos”, como su Taco de guiso de pollo, xnipec (una salsa yucateca picante), frutos secos y su jardín, su Perrito de guarra con dulce de tomate y mostaza a la menta o el Escabeche de gallina en tostada con emulsión de jalapeños. Su chef, Teo Rodríguez, cocina también el recetario castellano en pequeños bocados que nos hacen viajar con el paladar a cualquier otra parte.

 

 

 

La Tasquita: crepes y tostadas

Caridad, 2. 

Otra de las barras más visitadas por los locales es esta: aquí, una vez que encontramos sitio (tarea nada fácil), nos acodamos y acomodamos para pedir su tostada de gambas, la de brandada de bacalao gratinada o el montadito de solomillo al roquefort. De tapas, la de carrillera con manzana o el crepe de rape con salsa de carabineros se llevan la palma.

 

Y la ruta de tapas por Valladolid no termina, porque esto solo acaba de empezar: si quieres seguir explorando, has de probar el Jabuguito o el Miguelito del Sarmiento (una pequeña jamonería que también vende productos gourmet castellanos), las tostas de La Cárcava, la ensaladilla rusa del Daicoco o la tortilla del Bar Malasaña o del Bar Postal. Pero eso da para otro capítulo gastronómico en tierras vallisoletanas. ¡Continuará!

 

*Este artículo ha sido realizado con las aportaciones de varios colaboradores de GastroActitud.

 

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Marina Vega

Marina Vega

Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valladolid. Colaboradora de Condé Nast Traveler y Guía Repsol. Afincada en el Mediterráneo alicantino, siempre encuentra una buena excusa gastronómica para recorrer la Comunidad Valenciana de punta a punta

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